El aceite de sésamo o de ajonjolí contiene cinc, hierro y calcio. Uno de los aportes más apreciados del aceite de sésamo es, sin duda, el magnesio. La nutricionista Gabriela Uriarte nos ha hablado muy a menudo de la importancia de este mineral para nuestra salud, en especial para combatir el agotamiento físico y mental, para cuidar de nuestros huesos, fortalecer el sistema nervioso e, incluso, combatir las depresiones.
Además del magnesio, el aceite de sésamo también dispone de un gran aporte en vitamina E, además de fosfolípidos y lecitina, necesarios para mejorar nuestra memoria y proteger las células nerviosas. Todos estos elementos son básicos para favorecer la salud cerebral y prevenir muchas enfermedades como ictus e incluso el alzhéimer.
El aceite de sésamo ayuda a reducir el colesterol e impedir que la grasa se adhiera a nuestras arterias, endureciéndolas. Es, como decimos, un aliado natural para nuestro corazón. El aceite de sésamo es muy adecuado, por ejemplo, para todas esas personas que sufren de problemas de artrosis, artritis. Gracias a los ácidos grasos, linoleico y oleico presentes en el aceite de sésamo, se logra reducir la incidencia de estos procesos inflamatorios que tanto sufrimiento nos provocan.
Es muy interesante saber que en Oriente se considera al aceite de sésamo como el “aceite de la mujer”, por cómo cuida de su salud en particular. Logra reducir el clásico dolor asociado a la menstruación y, además, es muy saludable en la etapa de la menopausia.