La testosterona dificulta la cooperación

Representación tridimensional de la testosterona (en gris, carbono; en blanco, hidrógeno; y en rojo, oxígeno)

La testosterona dificulta la colaboración entre las personas. Esta es la conclusión principal de un experimento en el que se comparó el éxito alcanzado por parejas que debían desarrollar una tarea de manera conjunta. Las parejas a las que se había suministrado testosterona tuvieron menos éxito desempeñando la tarea encomendada que las parejas a las que se había suministrado un placebo. Y el efecto no fue debido a que la testosterona nuble el entendimiento, ya que no ejerció efecto alguno en el éxito con que se desempeñó la tarea de forma individual. Es, pues, la colaboración la que se ve afectada negativamente por la acción de la hormona.

Una segunda conclusión del mismo trabajo fue que el efecto negativo que ejerce la testosterona sobre la cooperación no es debido a que demos más importancia a la postura del otro miembro de la pareja, sino la contraria. Esto es, a la hora de desempeñar una tarea para la que pueden adoptarse decisiones diferentes, la testosterona hace que valoremos más la solución propuesta por uno mismo que la propuesta por la otra persona. O sea, la testosterona hace que adoptemos actitudes y comportamientos más egocéntricos.

En cierto modo, podría decirse que el efecto de la testosterona es opuesto al de otra hormona (y neurotransmisor) bien conocida, la oxitocina. De la oxitocina sabemos que es el neurotransmisor que promueve el denominado comportamiento prosocial, la empatía hacia los que nos rodean y las actitudes de colaboración con los semejantes. Por lo tanto, dos comportamientos de sentidos opuestos cuentan, cada uno de ellos, con sus propios efectores, y la cuestión es, aparte de constatar la existencia de los efectos descritos, valorar la utilidad o el valor de ambos.

La testosterona está relacionada con comportamientos que buscan posiciones de dominio o que pretenden alcanzar un estatus elevado en el grupo, no solo en la especie humana, también en otros mamíferos sociales. En ese sentido, el hallazgo de que esa sustancia promueve la sobrevaloración de las opiniones de uno mismo, tiene sentido, ya que esa sobrevaloración sería la forma de indicar o señalar la posición de dominio o hegemonía.

En términos generales, en los animales sociales la colaboración rinde beneficios para los que colaboran. Ocurre cuando tal colaboración consiste en compartir información, razonar conjuntamente o repartir recursos. Sin embargo, no siempre es beneficiosa la colaboración cuando se desarrolla en un plano de igualdad, al menos para determinados individuos; por esa razón en los grupos humanos a menudo se producen tensiones derivadas de la oposición entre las actitudes de colaboración y las de quienes pretenden erigirse en el elemento dominante. El rol de la testosterona ha de entenderse, por lo tanto, en ese contexto, ya que parece lógico que los dos comportamientos, el prosocial o colaborador y el que persigue el estatus de dominio, hayan de estar ajustados en función de factores ambientales, familiares o sociales. Y en ese ajuste, sustancias como la testosterona (o, en su caso, la oxitocina), forman parte del mecanismo biológico de regulación.

Notas:

1) De la oxitocina y sus efectos me he ocupado en estas anotaciones: “Con unos pocos gestos puede bastar”, “Necesitamos oirnos unos a otros”, “Neurotransmisores y etnocentrismo” “Apoyo emocional en la aflicción: ¿genético o cultural?” “Las caricias, la voz y la oxitocina” y “La hormona de la cooperación….y de la guerra

2) De la testosterona y sus efectos, me he ocupado en estas otras: “Testosterona y cortejo” y “Los curiosos efectos de la paternidad

3) Y en “La empatía quizás no sea cosa de hombres”, traté cuestiones muy próximas a la de esta anotación y, en concreto, comenté el efecto contrapuesto de testosterona y oxitocina en lo que a la empatía se refiere.

Fuente: Nicholas D. Wright, Bahador Bahrami, Emily Johnson, Gina Di Malta, Geraint Rees, Christopher D. Frith and Raymond J. Dolan (2012): “Testosterone disrupts human collaboration by increasing egocentric choices” Proc. R. Soc. B Vol 279: 2275-2280 doi: 10.1098/rspb.2011.2523

Juan Ignacio Pérez Iglesias

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