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Inteligencia Emocional y Cambio Organizacional

Por Rogelio Fernández

Muchas veces nos preguntamos que tienen que ver las emociones en la empresa, o qué fundamento tiene la Inteligencia Emocional (IE) dentro de la gestión de las organizaciones. En mi opinión, tienen mucho que ver ya que las personas se configuran como pieza fundamental de la competitividad en nuestra sociedad, y las emociones constituyen a la persona tanto como su parte racional, y ambas son necesarias en una persona bien integrada.

Sin embargo, este razonamiento puede parecer demasiado general, poco concreto, y para dar otro ejemplo de la importancia de la IE en la empresa quiero hacer referencia a uno de los procesos que más incidencia tienen en el futuro de nuestra organizaciones y en nuestras vidas: el Cambio.

Mucho se ha escrito sobre este asunto y mucho más se ha invertido en él, tanto de las instituciones públicas como desde el ámbito privado, para que las personas sean capaces de abrazar el cambio en sus organizaciones. Cambio que por otro lado se hace indispensable en entornos caóticos y poco estables como los que vivimos en el que la flexibilidad se hace indispensable no sólo para los trabajadores sino también para la propias organizaciones. Pero hay algo detrás de este proceso que es capaz de impedir sus desarrollo, una emoción: el miedo.

  

El miedo a lo desconocido; el miedo a la pérdida de un estatus laboral conseguido durando mucho tiempo; el miedo a perder lo poco que se tiene; miedo a perder la comodidad; miedo a perder el poder; miedo al fracaso; miedo al ridículo; miedo a tomar la iniciativa; miedo a no encontrar el camino; miedo a perdernos en él; miedo a no poder volver… Miedos todos estos que paralizan el proceso, que paralizan el cambio, que nos paralizan como personas y que hace que sigamos haciendo lo mismo, incluso sabiendo que si seguimos haciéndolo tendremos más de lo mismo… la inmovilidad y con ella el fracaso, la no mejora, la extinción de la empresa.

¿Pero es siempre esta emoción una cortapisa para el cambio?
No lo creo. Existe un miedo movilizador, no paralizante, que es la emoción que nos puede impulsar a los procesos de cambio organizativo. Un temor que nos prevee de lo que nos puede ocurrir de no cambiar; temor a perder nuestra posición competitiva y que hace que iniciemos el proceso de cambio. Un miedo adaptativo y que ha valido a la especie para poder sobrevivir a lo largo de toda la historia de la humanidad y que la empresa tiene que saber gestionar para aprovecharlo para su propia supervivencia, para su crecimiento y competitividad…. La diferencia entre ambos… la gestión de las emociones: la Inteligencia Emocional.

A mi entender, el saber percibir y comprender y gestionar nuestra emociones, bien sean personales como organizativas, puede ser la diferencia entre la supervivencia y la extinción, entre el cambio y el inmovilismo, entre la permanencia y la innovación. Debemos saber gestionar inteligentemente las emociones para que su fuerza sea capaz de movilizarnos y, con rostros, a la organización hacia nuevos espacios de competitividad organizacional y de mayor felicidad personal. Espacios, en definitiva, para el cambio.

Para concluir esta reflexión sobre las emociones y el cambio, me gustaría plantearles dos preguntas…

 

¿Qué harían si no tuvieran miedo?
¿Qué cambiarían en sus vidas y en su trabajo?
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  • Quería subrayar ese otro perfil del miedo que apuntas y que nos puede movilizar de manera más sensata, adaptativa, frente a una situación de peligro cierto:

    los mayores riesgos -también en la asunción de cambios organizacionales- se llevan a cabo en medio de situaciones muy amenazantes en las que no te queda otra.

    Y a la inversa, como dicta la sentencia, no hay nada más miedoso -paralizante- que un millón de dólares.

  • En la innovación hay incertidumbre pero no hay ninguna forma de temor como tampoco la hay en la supervivencia.La constatación de la inferioridad que nos procura el conocimiento genera temores en los feroces (prepotentes/serviles) y hasta puede llegar a paralizarles,pero los feroces nunca innovan...nunca inteligen.Es el pensamiento el que no se lo permite.

  • En un mundo en el cual lo único que permanece constante es el cambio, resulta tremendamente importante el grado de conocimiento que tenemos sobre nosotros mismos para hacer frente a todos los imprevistos con los que nos podamos topar en nuestro camino. Sin lugar a dudas, como es mencionado en el artículo, la emoción del miedo cumple un papel fundamental. Debemos ser conscientes del aspecto positivo que recoge el sentir miedo en determindas circustancias, puesto que los valientes no son aquellos que dicen no sentir miedo, sino los que consiguen tranformar ese miedo paralizante en un miedo movilizador que nos ayude a desarrolarnos tanto profesional como personalmente. De esta forma, siempre podremos ir en busca del tan ansiado "queso nuevo", dejando atrás la negatividad y haciendo frente a la incertidumbre.

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