Por Jon Berastegi:
En la filogénesis, la emoción apareció como una característica altamente adaptativa que permitía a los animales actuar de forma rápida ante situaciones vitales. El Ser Humano heredó un sistema nervioso emocional similar al de muchos animales, y su gran desarrollo cognitivo y la experiencia que le ofrecen las múltiples y complejas interacciones sociales le permite un amplio abanico de emociones y sentimientos (A. Damasio).
Sin embargo, es precisamente el gran desarrollo cognitivo experimentado por nuestra especie lo que nos ha llevado a construir un entorno muy cambiante y, paradójicamente, nos resulta muy difícil adaptarnos a él con un sistema emocional heredado de nuestros antepasados más lejanos. Es por ello que la dimensión emocional del hombre y sus problemas están generando cada vez más atención. Históricamente, la emoción se ha contrapuesto a la razón, ya que las emociones y las pasiones se consideraban la dimensión mas animal del hombre y, por ello, “la educación tradicional ha primado el conocimiento por encima de las emociones” (Bach y Darder, 2002) con la esperanza de que la potencialización de la razón dominara la emoción.
Sin embargo, aunque no se le haya ofrecido la relevancia necesaria, la dimensión emocional siempre ha estado presente en cualquier contacto educativo y en cualquier contexto de interacción social. Actualmente, y gracias a las últimas investigaciones, se ha demostrado la importancia de la dimensión emocional en los procesos de aprendizaje que se dan en la escuela y en el bienestar del alumnado.
En definitiva, la Educación Emocional no se propone sustituir la razón con la emoción, sino ofrecer un paradigma que tenga al sujeto como protagonista principal de la educación y que ofrezca un nuevo modelo constituido por emoción-pensamiento- acción que sea más armónico con la naturaleza humana.
En conclusión, el desarrollo de la Educación Emocional tiene como objetivo que los educandos adquieran habilidades emocionales y, por tanto, habilidades de vida, mediante el desarrollo de un programa que empieza en los primeros años de vida del alumno y se prolonga a lo largo de todas las etapas educativas, todo ello junto con los esfuerzos del profesorado, familia y agentes sociales.
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Suscribo la mayor, y me hago algunas preguntas acerca de esa dificultad de adaptación al nuevo entorno cambiante con el viejo equipo analógico heredado de nuestros ancestros:
¿no creéis que esa velocidad supersónica de las emociones nos pueden hacer un gran servicio en estos tiempos de tantas prisas y de saturación de información?
¿no creéis que en estas condiciones - igual que en los viejos tiempos- necesitamos una caja de herramientas tan versátil y extraordinariamente rápida para tomar decisiones sin perder el tiempo en tantos detalles que no vienen a cuento?