EL CLUB DE LOS NIÑOS TRANQUILOS

El titulo de este post hace referencia a un comentario de unos padres con los que hablé durante las vacaciones de este verano y que me han hecho reflexionar.

Una de las demandas que mas recibo en consulta es de las familias que buscan, (en muchos casos desesperadamente) que sus hijas e hijas sean emocionalmente más estables. Que esas “batallas internas” que algunos menores tienen sean vencidas por procesos y habilidades que les trasmitan calma, serenidad y reflexión. Pero en la sociedad en la que nos movemos, en el día a día, parece que se potencia todo lo contrario. Quizás llevados, sin darnos cuenta, por algún proceso cultural o social que no ”vemos”, oímos cientos de veces, expresiones como: “la vida es dura”, “el mundo es de los valientes”, “hay que espabilar”, “ese niño es una nenaza”,  “si no se da cuenta, aprovéchate”, “mira que espabilado que se ha colado en la atracción”, “no respeta las normas, pero es cosas de niños” y un largo etc. Parece que apoyan la idea de generar niños rápidos, energéticos, egoístas, poco empáticos…quizás como digo, llevados por procesos culturales, hacia un espíritu excesivamente competitivo.

Por el contrario, parece que no es cool, encontrarnos con niños y niñas donde su espíritu y su naturaleza desde bien pequeños es la de ser calmados, reflexivos,  pacientes, observadores, sensibles, creativos, que asumen bien las normas, que son empáticos, que en definitiva sus emociones son aplacadas, que en el fondo, aunque es lo que nos gustaría, no es lo que reforzamos. Como decía anteriormente parce que en el día a día, potenciamos en nuestros enanos y enanas otros valores y cuando se vuelven en nuestra contra…buscamos soluciones rápidas que casi nunca encontramos.

Parece que en este lenguaje incoherente, al final los niños con una carácter más aplacado (como la hija de este matrimonio) son una rara avis y que a los ojos de otros, parecen tontos, débiles, frágiles, “demasiado conformistas” y les intentamos hacer, incluso enfadándonos con ellos, más “listos y espabilados”.

Parece que, como dice esta familia, tenemos demasiados “clubes” de chicos y chicas atropelladores (si se me permite la expresión) y que igual no es una tontería que se creen grupos de niños y niñas tranquilos, donde puedan sentirse y compartir desde la paciencia.

Quizás son el equilibrio a este el mundo tan carnívoro y estos ayuden a generar, como niños ahora y adultos después, procesos de sosiego y tranquilidad emocional que no estamos  promocionado, Que puedan ayudarnos a evitar que seamos devorados por nuestra propia incompetencia a la hora de ver que el mundo es otra cosa.

Igor Corton

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