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“Hasta cuándo abusarás de nuestra paciencia, Catilina” (sustitúyase por quien proceda …)

Si -como es mi caso- tú también peinas canas, le recordarás de tus años de BUP. Por aquel entonces, el aprobado en latín se parapetaba tras diferentes traducciones de textos en esa lengua, entre los cuáles brillaban con luz propia los discursos de Ciceron.

Pablo, con su invitación veraniega a compartir “Una historia de la Antigua Roma” -Mary Beard- me ha recordado estas cuestiones que me han llevado hasta los “Momentos Estelares de la Humanidad” -S. Zweig-. Al final, he aterrizado en mi PC escribiendo este post. ¡Todo conectado con todo! Un clásico actualizado día tras día.

Situémonos. Año 63 A.C, hace cerca de 2.000 años. Un millón de habitantes superpueblan Roma, la metrópoli más grande de aquella Europa. “Lujo y basura. Libertad y explotación. Orgullo cívico y guerra civil homicida” Extremistan, en definitiva.

Cicerón y Catilina. “Virtuoso” el primero; “pérfido y villano” el segundo. Misiones y visiones confrontadas en una Roma de contrastes. Que acaban en un mismo final: la decapitación. Para escarnio público. Aviso a navegantes.

8 de noviembre. El mejor momento de Cicerón: la conjura de Catilina a la que Mary Beard y S. Zweig dedican el primer capítulo. Anatomía de un momento histórico en la vida de la humanidad.

“Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?” Cuatro discursos repetidos hasta la saciedad a lo largo y ancho de la geografía europea. Ejemplos de persuasión que llegan hasta la actualidad donde sedimentan.

Resituémonos. 4 de octubre de 2018. Cualquier ciudad o megalópolis mundial. Millones de habitantes. Lujo y pobreza. Libertad y explotación. Orgullo cívico e ignominia. Regreso a extremistán. ¿Hasta cuando abusarás de nuestra paciencia? Hoy, el periódico reclama la rabiosa actualidad de este alegato.

“La verdadera armonía en una república sólo puede producirse si la persona, en lugar de tratar de sacar provecho personal de su puesto público, antepone los intereses de la comunidad a los privados”

Nadie es artista las 24 horas. Ininterrumpidamente. Todos los días de su vida. Nadie se comporta con ejemplaridad ciudadana todo lo largo y todo lo ancho de su vida. Algún despiste. Tampoco Cicerón.

Sin embargo, hoy -al leer las noticias- me sorprende que resulte tan fácil, tan barato comportarse de forma ignominiosa durante tanto tiempo sin tan siquiera levantar sospechas.

Demasiada conjura silenciada por una paciencia infinita. ¿Tendremos adormilados nuestros sentidos? Demasiado Catilina en busca de su Ciceron.

Javier Riaño

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