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Etxebarri con Siria

… Un fuego inmenso asolaba el bosque. Los animales, presas del pánico, impotentes ante el poder destructor del incendio, huían despavoridos. ¿Todos? Todos, NO. Mientras el resto huía, el colibrí volaba -una y otra vez- hasta un cercano río donde recogía agua con su pico. Luego la lanzaba contra el fuego. Gota a gota.

Otro pájaro se le acercó y -convencido de la inutilidad de su esfuerzo- le dijo:

  • ¿Estás loco? Nunca apagarás el fuego con unas gotitas.

El colibrí, seguro de sí mismo, le respondió:

  • “Lo sé, pero hago mi parte”.

(Tomado de “Acción y Meditación: cambiarse a sí mismo para cambiar el mundo” -Varios Autores. Ed. Kairós).

El domingo pasado, la plaza de Etxebarri amaneció plagada de colibríes. De edad y coloración diversa. Lucían curiosos plumajes en forma de ropa montañera. Y zapatillas de deporte a modo de alas. Cientos de colibríes que tomaron calles y puentes, a lo largo y ancho de un recorrido de casi 18 km. con la montaña como excusa para compartir solidaridad con Siria.

Otra vez, la montaña como vínculo solidario. En la Mendi Martxa. También en el Mendizale Eguna. Elkartasunean Mendia Bide!

Sin cronómetros. Sin mejores marcas. Sin obsesiones por nuevas cimas en la “conquista de lo inútil”. Con la mirada puesta en otro ochomil; el más alto y retador: ayudar a las personas que huyen o padecen el horror. Hoy, Siria. ¿Mañana?

Cuanta razón en Gioconda Belli “La solidaridad es la ternura de los pueblos” Y cuanta ternura a lo largo y ancho de la marcha y del día. Nuestro futuro aparece primero en nuestros sentimientos. Después en nuestras manos. Más tarde, en nuestra razón que justifica lo hecho.

Lo ví en la cara de Lorena y de Silvia, de Guille y Danel, de Janire, Leire y Joshua, de Jose y de Nagore, de Markel y Marta … así hasta decenas de personas. Demasiadas para el escueto espacio de un post. Todas ellas lo hicieron posible.

Caras sonrientes en el esfuerzo, sudando. Sin emotis. Caras de las de verdad. ¡Personas beti prest! Siempre preparadas. Gente “Sentitu, pentsatu eta ekin” de carne y hueso. Humilde y muchas veces invisible, gente que no es flor de un día. De las imprescindibles que citaba Bertolt Brecht.

Emoción para la transformación que no acabó en la meta. Continuó en el Banco de Alimentos y siguió y siguió desde Etxebarri hasta Siria y tomando la Karakorum Highway, con parada en el Valle de Hushé (Pakistan).

Otro mundo es posible. Despertando y afilando los sentidos. Etxebarri con Siria.

Javier Riaño

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