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Los límites de la profesión

Recuerdo que cuando vi por primera vez la película Al cruzar el límite (Extreme Measures es el título original) se me quedó grabada y la recordé en cuanto empecé a dar clases de ética. Es una película estupenda para reflejar diferentes modos de entender la profesión y los límites en el ejercicio de la misma. Habla de ética médica y ética en la investigación, pero hay enseñanzas que sirven para la ética de cualquier disciplina. Suelo utilizar la escena que aparece al final de la entrada para hacer un resumen de la ética de las profesiones.

En la mencionada escena, que vamos a analizar, hay tres personajes principales: el Dr. Guy Luthan, médico de urgencias (Hugh Grant); el Dr. Lawrence Myrick, director del hospital (Gene Hackman) y la recepcionista del hospital quien conoce los hechos que están sucediendo en el mismo.

Expliquemos el contexto de la escena. Guy Luthan es médico de urgencias en un hospital de Nueva York. Un día llega a urgencias un vagabundo con unos síntomas extraños, que acaba muriendo y sus informes desaparecen. Empieza a investigar y descubre que en las plantas de arriba del hospital están experimentando con seres humanos en la búsqueda de una cura para las personas parapléjicas. Para la experimentación secuestran a personas que viven en la calle y algunas acaban muriendo sin que nadie las eche de menos. A Guy le hacen una encerrona y le expulsan del hospital, pero él sigue investigando. Justo antes de la escena, secuestran a Guy y le hacen creer que se ha quedado parapléjico. Cuando empiezan a desaparecer los síntomas que le habían provocado se escapa. En el ascensor forcejea con el guarda de seguridad que pierde el conocimiento. Guy coge su arma. Ahí comienza la escena.

Se ven encarnadas las dos caras del fenómeno moral: las éticas teleológicas (la cara del bien) frente a éticas deontológicas (la cara del deber y las normas). El Dr. Guy Luthan representa la cara del deber y el Dr. Lawrence Myrick la cara de la felicidad, cayendo en “el fin justifica los medios”.

Guy le recrimina al director que se ha olvidado del bien interno de la profesión (toda profesión cumple un bien único y específico que la legitima y le da sentido). En el caso de la medicina podríamos definirlo con los fines señalados por investigadores del Centro Hastings (Nueva York): 1) La prevención de enfermedades y lesiones y la promoción y la conservación de la salud; 2) El alivio del dolor y el sufrimiento causados por males; 3) La atención y curación de los enfermos y los cuidados a los incurables; y 4)  La evitación de la muerte prematura y la búsqueda de una muerte tranquila.

Además, Guy apela al Juramento hipocrático (primer código deontológico de la medicina): “Usted no puede hacerlo. Es médico e hizo un juramento”. En el juramento se recoge: “Estableceré el régimen de los enfermos de la manera que les sea más provechosa según mis facultades y a mi entender, evitando todo mal y toda injusticia”.

Podemos ver también que se ha caído en dos de los problemas éticos de la profesión: la corrupción (priorizar los bienes externos -fama, prestigio, poder, etc.- frente al bien interno) y el corporativismo (defender los intereses del propio grupo por encima de los intereses generales, del bien común). Todas las personas que sabían qué ocurría y callaban, en esta escena representadas por la recepcionista del hospital y el guarda de seguridad, son responsables de los hechos con la institución.

Se observa cómo se ven comprometidos los principios de la ética profesional: 1) Principio de no maleficencia (Ante todo, no hacer daño). Es un límite deontológico, no está permitido hacer daño. Sin embargo, en el hospital se secuestra, se tortura e incluso se mata. 2) Principio de beneficencia (Hacer el bien, haciendo bien lo que se hace sin caer en el paternalismo). La investigación persigue hacer un bien, pero los medios son inaceptables. 3) Principio de autonomía (la persona profesional debe potenciar la autonomía y toma de decisiones por parte del usuario/paciente/cliente). No se respeta la autonomía de las personas. Como recuerda Guy, no se piden personas voluntarias, y tampoco han participado ni la mujer ni la hija de Myrick. 4) Principio de justicia. Se ve vulnerado porque se ha dañado el de no maleficencia. No se puede actuar como un dios decidiendo quién vive y quién no.

También se puede ver reflejado el debate entre la obligación de guardar el secreto profesional y la de comunicar la verdad. En este caso, por los graves daños que se están produciendo, prima la obligación de comunicar la verdad. Son muchas las personas que faltan a esa obligación y se convierten en colaboradoras necesarias.

La ética y los valores se demuestran en la práctica y un buen ejercicio de la profesión no puede prescindir de ellos en su toma de decisiones.

 

Referencias

Arantza Echaniz Barrondo

Nací en Bilbao el 7 de julio de 1968. Madre de dos bendiciones: Xabier (1998) y Ander (2000). Doctora en empresariales por la ESTE. Orgullosamente profesora de ética de la Universidad de Deusto. Enamorada de la vida y de mi profesión. Amiga de mis amigos. Comprometida con hacer del mundo un lugar mejor. Firme convencida de que “Querer es poder… Creer es crear”. Una de mis mayores aficiones es ‘bloggera’ (http://echanizbarrondo.blogspot.com.es/).

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Arantza Echaniz Barrondo

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