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Neurobliología y ética

Los sentimientos y las emociones son indispensables para un comportamiento social normal. Sin ellos, no se darían las repuestas sociales espontáneas que prefiguran un sistema ético o un sistema cultural. Resulta improbable que sin emociones ni sentimientos sociales se crease, por ejemplo, un sistema religioso.

Suprimir la emocionalidad del ser humano tendría como consecuencia un pobre organización de la experiencia suprimiendo la posibilidad de categorizar como bueno o malo dichas experiencias, siendo a la vez difícil o imposible construir la noción de bondad o maldad, o lo que es lo mismo, de lo que debe considerarse bueno o malo.

Con este razonamiento derivado del funcionamiento del cerebro humano, podríamos diferir que en ausencia de emociones y sentimientos sociales las construcciones culturales existentes no se hubieran generado. También se podría diferir que, siendo como son las emociones anteriores en la evolución al pensamiento inteligente, el sistema emocional subyace al comportamiento ético, sin que esto signifique que lo constituyen por sí solas.

El comportamiento ético no sólo se limita a los seres humanos, pero son éstos los que tienen una mayor complejidad debido, entre otras cosas, a la complejidad de sus comportamientos sociales. Entre estos comportamientos podemos destacar los orientados a la cooperación o al altruismo que tan beneficiosos son para la supervivencia. Pero también nos encontramos con comportamientos de dominancia o sumisión que se prefiguran como muy significativos de los comportamientos sociales.

Con todo esto, parece indicado decir que los comportamientos éticos dependen de ciertos sistemas cerebrales, pero no parece probable que exista un centro moral en el cerebro. Estos sistemas no estarían especializados en la moralidad sino en la supervivencia, siendo los comportamientos éticos un subproducto, y no por ello menos importante, de los procesos homeostáticos. Los comportamientos éticos pueden ser determinados por estos sistemas cerebrales, pero no necesariamente.

La homeostasis humana es indispensable para la vida individual pero más allá de esto, se hace también necesaria la inclusión del otro, la vida del otro en sus deseos y sentimientos, para poder sobrevivir. Para ello, creamos una serie de convenciones sociales que derivan en convenciones y normas éticas que serán reguladoras de una especie de homeostasis social. No obstante, debemos señalar que estos procesos sociales no son automáticos como lo son los procesos vitales individuales y que no todos tienen el mismo consenso y que otros son diferentes según las culturas, pero podemos decir, con cierta seguridad, que los sentimientos son fundamentales para mantener los normas culturales y las normas éticas.

Tenemos una tendencia natural a preservar nuestra vida y para ello necesitamos a nuestros congéneres. En este sentido, necesitamos que éstos también estén vivos y por lo tanto desarrollaremos comportamientos que nos lleven a ello. Estos comportamientos nos orientarán hacia lo que consideramos que está bien y lo que está mal para lograr nuestros fines individuales y colectivos, en otras palabras, para conseguir nuestros objetivos sin causar daño a otros individuos.

El comportamiento cooperativo, la búsqueda del acuerdo social parece estar incorporado a los comportamientos biológicos debido al éxito evolutivo del mismo. No obstante recordar que más allá de la biología está la última palabra del ser humano.

Y les dejo con una cita de Antonio Damasio (166) cuando parafrasea a Spinoza:

Considero que estas verdades son manifiestas, que todos los seres humanos están creados de tal manera que tienden a preservar su vida y buscar el bienestar, que su felicidad procede del esfuerzo exitoso para hacerlo, y que el fundamento de la virtud descansa sobre estos hechos.
¿Cuál es su opinión en cuanto a la relación entre las emociones y los sentimientos y la ética?

Fuente: DAMASIO, Antonio (2005): En busca de Spinoza. Neurobiología de la emoción y los sentimientos, Crítica, Barcelona, pp. 133-173).

Rogelio Fernández Ortea

Profesor, investigador, consultor y conferencista...muchas cosas que se podrían resumir en una: un humanista. Un proyecto de humanista ocupado en el desarrollo de personas, entornos y organizaciones competitivas y saludables oirentadas por un comportamiento ético y social.

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  • Rogelio, como bien sabes, me encanta el tema sobre el que has escrito tu post y no puedo evitar insertar un comentario. El fenómeno moral tiene dos caras. Una, bien conocida por todos y que a veces nos pesa como una mochila llena de piedras, que es la de las normas y el deber. La otra, muy importante y necesaria, es la del bien y la felicidad. Cada persona construye su propio proyecto de vida y felicidad. Como me encanta decir “nadie da lo que no tiene”, el primer paso para la felicidad es quererse uno mismo y eso exige autoconocimiento. Un correcto autoconocimiento nos abre a los demás, al “otro”, que también forma parte de mi proyecto de felicidad y que tiene múltiple rostros (pareja, progenitores, hermanos y hermanas, hijos e hijas...).

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Rogelio Fernández Ortea

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