El deporte emocional y nuestra salud mental

¿Que motiva a una persona a realizar una actividad deportiva?

Muchas veces es solo un motivo y otras un conjunto de varios. Entre algunos de los motivos podemos encontrar:

  • Los ganadores reciben muchas atenciones. Galones y medallas, el clamor del público, la admiración de los demás y las felicitaciones de todos los aficionados. Nos puede ayudar muchas veces a aceptar las caricias y atenciones de los demás, pero como educador / entrenador deberemos ayudar a nuestros alumnos a ser ellos mismos y  desde su ser más profundo,  sus propias fuentes de aprecio y cariño. Después si llegan los elogios y cariño de los demás, bienvenido sea.
  • La pertenencia a un grupo, la  aprobación del mismo, los elogios y la atención de los compañeros. Las sesiones grupales puede motivar enormemente. Es por eso que realizar un deporte de forma dirigida y en compañía de compañeros, motiva mucho más que realizarlo de forma autodidacta. Podemos desarrollar valores como el trabajo en grupo, respeto, solidaridad, mayor disciplina, etc.
  • Simplemente el notar el auto-mejoramiento que da la práctica deportiva. Notarse uno mucho más ágil, más rápido, tener más destreza o fuera muscular, nos puede ayudar a aumentar la confianza en nosotros mismos.
  • La práctica produce un gran estímulo sensorial como sensaciones visuales, táctiles y auditivas que pueden ser muy gratificantes. Seremos más conscientes de nuestro cuerpo y mente. Nos va a ayudar en definitiva a conocernos mejor.
  • Simplemente muchos deportistas adoran la competición. Se sienten muy motivados en ganar a su adversario. Pero ese espíritu competitivo mal dirigido puede llevar a un deportista a la ruina. La competición actual social en cualquier sector o profesión muchas veces se entiende como ser mejor que otro a cualquier costa. Pasando por encima de cualquier valor ético. Un deportista sobre todo debe competir contra si mismo, es decir, aumentado las facultades (correr, saltar, velocidad, equilibrio, etc.) pensando y reflexionando lo siguiente: “hoy soy mejor que ayer y mañana seré mejor”. Primero deberíamos aprender a ganarnos a nosotros mismos y después a un adversario respetándole tanto o más como lo deberíamos hacer hacia nosotros mismos.

Como hemos visto son varias las motivaciones que nos pueden llevar a realizar una actividad deportiva, pero además la actividad en sí, va a despertar una serie de emociones.

El enfado: se puede producir por sucesos desagradables, encontronazos entre deportistas, malas relaciones entre compañeros, etc. Entre las reacciones de una persona bajo esta emoción se produciría la agresión.

Un claro ejemplo ocurrido hace no mucho  tiempo en el deporte mundial, es el caso de Serena Williams, con su enfado y comentario hacia el juez de silla “ Te voy a matar “. Todos podemos perder el control en un momento de tensión o intensidad. Lo curioso del caso no es ese, sino los comentarios de la deportista en la rueda de prensa posterior: “ no me acuerdo de nada “. Es muy importante para todos tanto deportistas como no, aceptar la perdida de control,  sobre todo por nuestra salud mental. Pero el enfado no siempre es negativo. Pensemos de nuevo en el caso anterior. Podemos canalizar mejor nuestro enfado, en vez de perder el tiempo en lamentaciones, reproches o agresión, podemos canalizar esa energía extra que nos da el enfado y el aumento de adrenalina para golpear con más fuerza la raqueta y correr más rápido sobre la pista. Lo vamos a denominar focalización de nuestra energía hacia un fin más valioso. Seremos más precisos, más rápidos y más ágiles, solo es cuestión de mentalización.

Otras emociones que se deben cuidar en el entrenamiento y competición, son la ansiedad, fobia, culpa y el orgullo. Temas que trataremos en otros artículos.

El educador / entrenador juega un papel clave en todos estos aspectos,  desde mantener y dar motivaciones suficientes a sus deportistas, además, de  ayudar a canalizar con estrategias las diferentes emociones que puedan surgir, tanto en los entrenamientos como en las competiciones. Muchas veces un deportista puede ser agresivo en la pista por una mala gestión del papel del educador / entrenador. Si un deportista tanto profesional como amateur recibe constantemente castigos o reproches como herramienta para aumentar su rendimiento, es muy probable que eso se traduzca en agresión y por consiguiente en un bajo y claro rendimiento general. El castigo y los reproches paralizan una conducta determinada por miedo, además internamente producen angustia y agresión. En ningún caso estas fórmulas desarrollan conductas o habilidades nuevas. No olvidemos también que fácilmente se puede conseguir que un deportista abandone un deporte o se desmotive enormemente en sus entrenamientos diarios.  Como educadores / entrenadores  primero debemos realizar un viaje hacia nuestro interior antes de buscar elementos de un bajo rendimiento o mal comportamiento  en cada uno de nuestros pupilos o alumnos.

Mejor elogiar, reconducir y desarrollar habilidades que castigar. Con ello, despertaremos emociones de felicidad, dicha y alegría además de una correcta autoestima personal.

Hay muchas personas que a menudo son vehementes en las conversaciones, negativas en su forma de ver las cosas y que están frecuentemente de mal humor. Si un educador / entrenador critica, ridiculiza y grita a sus deportistas es probable que estos eviten al entrenador todo lo posible y la actividad. No pidamos control a nuestros pupilos si nosotros no lo tenemos. ¿Cómo podemos arreglar y fomentar la buena armonía en un vestuario si nosotros mismos la alimentamos?

¿Qué opinas al respecto? ¿Encuentras alguna razón negativa para no cuidarte y hacer ejercicio y aplicar tu inteligencia emocional también en esta área?

David González Pujana

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