Un proceso de cambio, algo nuevo e innovador, lo creativo,… son por definición procesos que a posteriori tienen una lectura clara y con sentido. A posteriori todo parece encajar, y es evidente que incluso aquellas situaciones que no parecían tener ninguna relación, las “casualidades” tenían un porqué, o un efecto en el resultado final.

No obstante, el camino se inicia con un malestar, una incomodidad… y no sabes muy bien a dónde quieres llegar, pero sabes que ¿quieres? o necesitas cambiar. Bien porque personalmente no te encuentras a gusto, bien porque la empresa necesita incorporar nuevas propuestas al mercado, bien porque necesitamos organizarnos de otra manera para ofrecer mejores respuestas,… Pero lo cierto, es que en un primer momento, la meta es más una nebulosa grande que una imagen clara y definida.

En algún caso, muy rara avis, la imagen final aparece más clara (aunque nunca del todo definida), o sus beneficios más nítidos, y su encanto es los que nos anima, cual canto de sirena a iniciar ese camino.

Pero lo cierto es que mientras te encuentras en el proceso, lo único que ves es que ni estás en territorio conocido (cómodo o no… pero incluso la incomodidad de lo conocido nos resulta incómodamente cómodo), ni has llegado a ninguna parte. Una especie de tierra de nadie, un espacio no marcado en ningún mapa, un ¿y ahora qué?  Un camino en el que cual explorador intrépido, únicamente ves un camino, a veces más o menos claros, otros sólo un caminito tapado por la maleza, las ramas y piedras que cubren el ascenso a la montaña… y otros incluso eres tú el que construye el camino.

De vez en cuando llegas a una pequeña atalaya, un espacio intermedio en el que de repente, las cosas empiezan a tener cierto sentido… y en los que puedes mirar atrás y ver el camino recorrido. Momentos de alegría, sosiego, de paz contigo mismo y con el proceso, momentos de libertad, de ilusión… de subidón por lo logrado, de satisfacción, incluso de sano orgullo por haber sido capaz de recorrer ese trayecto.

Un camino en el que te has tenido que enfrentar a tu propia vulnerabilidad, a tus límites, a dejar ir lo que conocías y que creías te otorgaba tu identidad… y encontrar y gestionar una serie de emociones que se despiertan ante esa vulnerabilidad… que no siempre son cómodas. Miedo, vergüenza, culpa, inseguridad,…  Pero que a su vez sólo pueden ser vencidos siguiendo adelante, confiando en el proceso, en tu camino, en una vocecita muy bajita… ¡ai si a veces pudiéramos ponerle un altavoz!… que te dice que no hay posibilidad de retorno. Algo cambió dentro cuando se inició el camino.

Pero el camino sigue, pues un paso reclama otro paso… y armado con algunas herramientas más que vamos desarrollando en ese camino, nuevas destrezas para crear y transitar el camino, así como para superar los obstáculos que se presentan… resulta que empezamos a sentirnos algo más cómodos en esa incertidumbre… y aunque todavía no llegamos a vislumbrar la meta (¿realmente existirá?), resulta que empiezas a disfrutar también del trayecto, del camino. Porque te das cuenta que no es tan importante llegar a esa meta final, las metas o hitos intermedios son también interesantes… y el camino, sobre todo el camino, ese camino que te enseña, que te reta a ti mismo, que reta a tu entorno, y que te enseña nuevas facetas de ti mismo, ¡que ni te hubieras atrevido a soñar!!!

Porque aunque muchas veces pensamos en los grandes hitos, en las grandes metas, en los grandes logros,… y contamos a posteriori el camino como una sucesión de grandes descubrimientos, grandes ideas, grandes logros,… esos no son algo que se dan de la noche a la mañana… sino que suponen la suma de muchos pasos, pequeños gestos… pero abundantes, pequeños momentos,… que suman, y que son los que realmente explican las grandes “hazañas”, los grandes cambios, las grandes innovaciones, las grandes ideas.

“Pensamos que las ideas son singulares, como si flotasen en el éter, perfectamente formadas e independientes de la gente que se pelea con ellas. Pero las ideas no son singulares. Se forman mediante decenas de miles de decisiones, muchas veces tomadas por docenas de personas. En cualquiera de las películas de Pixar, cada línea de diálogo, cada rayo de luz o trozo de sombra, cada efecto de sonido está ahí porque contribuye a la totalidad.”

Ed Catmull – Presidente Pixar Animation y Disney Animation

¿Conoces esa sensación?

¿Tanto esa sensación inquietante de estar “perdido en tierra de nadie”, como esa sensación plena de encontrarle el gustillo al camino?

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Olaia Agirre

Consultora, coach y formadora en OAZ Coaching para el cambio. Trabajo con personas, equipos y organizaciones creando valor a través del desarrollo de las personas. Porque cuando ponemos lo mejor de nosotros mismos, ¡los resultados nos sorprenden! Me puedes encontrar en www.oazcoachingparaelcambio.com

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