Los colores son más vívidos

Es domingo de Pascua… por la mañana salgo a dar un paseíto y los colores me parecen más vívidos que nunca. Y tiene una explicación…

Hacía unas horas había recibido el alta de la Covid-19. Todo empezó de la manera más insospechada. A mi ama le operaron de la mano el día 17 de marzo. El 19 empezó con síntomas: fiebre y algo de tos. Pensamos que se había resfriado en la operación. En alguna otra operación le había pasado. Vino a mi casa el día 21 y el 23 dio positivo. Yo di positivo el 24. Mi hijo dio negativo en la primera y positivo en la segunda, el día 1 de abril.  A punto de cumplir 21 años se ha pasado todas las vacaciones en casa. A mi marido, que está en su casa con su hija, le sucedió lo mismo que a mi hijo. Afortunadamente su hija dio negativo en las cuatro pruebas que le hicieron. Mi ama ingresó en el hospital el día 26. Está en la UCI y va poco a poco. Mi hermana, que estuvo con mi ama hasta que vino a mi casa, también dio positivo. Y eso que 18 días antes le habían puesto la vacuna. Mi marido ingresó en el hospital el 7 de abril… ¿Quién nos iba a decir que nos iba a tocar de cerca?

Las emociones se han ido sucediendo y me han ido llevando de un lugar para otro.  Voy a mencionar algunas, aunque no estén en orden y hayan estado yendo y viniendo… Cuando te hacen la prueba a ti y a las personas cercanas sientes cierta expectación y desasosiego. No quieres haber sido origen de contagios. Había algo dentro que me decía que la tos que yo tenía era un síntoma claro. Con la llamada del resultado positivo te ‘golpea’ toda la información que has ido escuchando en todo este tiempo y aparece el desánimo. Cuando mi ama estaba en mi casa y no podía hacer nada, no quería comer y cada vez estaba más apagada sentía una gran frustración e impotencia. Y también algo de culpa: ¿podría haber hecho más? Reconozco que cuando se la llevaron en la ambulancia dos sanitarios vestidos de astronautas sentí cierto alivio porque le iban a atender mejor que yo. Y de nuevo asomaba la culpa por sentir ese alivio. A la vez me invadió un profundo temor y una gran tristeza. No se me borra la expresión de su cara que era de vulnerabilidad absoluta y de cierto desconcierto. En ese momento uno de los escenarios que tu mente te presenta es que igual no vuelve. No me caracterizo por el pesimismo, pero es incontestable que es un escenario posible. Durante los primeros días de mi madre en el hospital sentía permanentemente intranquilidad, agitación y enojo, sin entender muy bien por qué me sentía así. Todo volvió a repetirse cuando la ambulancia se llevó a mi marido. Afortunadamente, solo fueron cuatro días y la mejoría fue clara. Poco a poco fui aprendiendo a controlar la impaciencia que surgía según se iba acercando la hora de la llamada del hospital, que no siempre era a la misma hora (una horquilla de dos horas es mucho esperar). Indudablemente un ratito diario de meditación por la mañana sirvió de gran ayuda. La ilusión aparecía con cada mínimo avance que se daba “dentro de la gravedad”. Los días pasaban sin mucha novedad y con un cansancio permanente y el hastío y la resignación te acompañaban. A mí me dieron el alta y salí a la calle el día de la final de copa entre la Real y el Athletic. Al salir a la calle y ver el ambiente sentí enfado, rabia, pesar y desconfianza… ¿No hemos aprendido nada? Cada vez hay menos personas que pueden decir que no han vivido de cerca la enfermedad y, a pesar de todo, las muestras de falta de solidaridad y de sensibilidad son patentes… A día de hoy mi ama sigue en la UCI y todavía queda mucha incertidumbre. La montaña rusa emocional parece que va a durar un tiempo.

Si tengo que destacar una emoción que me ha acompañado todo este tiempo, es el agradecimiento. Me siento agradecida a la vida, a mis amigas y amigos, a los profesionales de la medicina y a mi familia. Cada llamada, cada mensaje, cada ofrecimiento, cada palabra de ánimo y consuelo, cada parte médico, cada muestra de cariño, cercanía y preocupación me han ayudado a mantener el optimismo dentro de la incertidumbre, aunque no puedo negar que la soledad también ha hecho acto de presencia en algún momento. Me siento muy afortunada por tener un entorno tan bondadoso y afectuoso. No se puede expresar con palabras lo que sientes cuando te traen a la puerta de tu casa comida preparada o cuando te llaman para dar un paseo al recibir el alta. Quizá lo que más se acerque es sobrecogimiento.

Me gustaría terminar con unas palabras de Jorge Bucay sobre el valor de la vida, que son muy pertinentes en el momento que estamos viviendo: “En tiempos como este, donde esta pandemia cruel amenaza la vida de todos y la vida de algunos más que la de otros, bueno sería tener presente que no hay valor más supremo; ni la economía, ni el progreso personal, ni los intereses de posesión de cada uno, ni la codicia de un grupo determinado sobre otro. Nada puede estar por encima del valor de la vida misma; no sólo la de unos pocos, sino la de todos. Sigue siendo cierto que la única manera de preservar la propia vida es preservar la vida de todos porque solamente así podremos superar esta situación”

 

 

 

Arantza Echaniz Barrondo

Nací en Bilbao el 7 de julio de 1968. Madre de dos bendiciones: Xabier (1998) y Ander (2000). Doctora en empresariales por la ESTE. Orgullosamente profesora de ética de la Universidad de Deusto. Enamorada de la vida y de mi profesión. Amiga de mis amigos. Comprometida con hacer del mundo un lugar mejor. Firme convencida de que “Querer es poder… Creer es crear”. Una de mis mayores aficiones es ‘bloggera’ (http://echanizbarrondo.blogspot.com.es/).

View Comments

Share
Published by
Arantza Echaniz Barrondo

Recent Posts

Listen to the music

Listen to the music (Doobie Brothers) En la era de la inmediatez vivimos nerviosos. Con…

7 días ago

Arriesgarse a vivir

Llevo un tiempo con una melodía triste sonando en mi cabeza. No me imposibilita seguir…

3 semanas ago

¡Elemental, querido Watson!

Bajo el título “Este bebé con un casco tiene la clave para entrenar la IA”…

1 mes ago

Algoritmos

Imagen de Chen en Pixabay Matrix (1999), Ready Player One (2018), Blade Runner (1982), Yo,…

1 mes ago

Semana de COM-PASIÓN

Pensando en qué escribir en esta entrada, me topé varias veces con un término que…

2 meses ago

LA TORTURA DE LA DUDA

Una de las crisis existenciales más importantes del ser humano es la provocada por la…

2 meses ago