Y tú, ¿Cómo lo llevas?

Como es costumbre, también este agosto lo estamos viviendo a orillas del Cantábrico. ¡Qué positivos sus iones negativos para tu estado de ánimo y tu serotonina! ¡Qué necesarios! Parar para reparar…

Una vez más, la climatología ha querido ponerle un interrogante. Para añadir suspense a nuestra volátil realidad y no dar tregua al veraneante. Frente a su carácter otoñal, nos atrincheramos en la playa donde surfea nuestra esperanza en que el verano nos visite por agosto.

Entre salitre y arena, acompañado por el comandante Verhoeven, llega a mis manos el último informe Gallup “2021. Global Emotions Report”

Termómetro del estado de ánimo global, el informe GALLUP describe y evalúa -año tras año, desde 2006- cómo nos sentimos los habitantes del planeta. Con esta finalidad, mide el capital de preocupación, estrés, el dolor físico, tristeza e ira que atesoran 115países. Conclusión: necesitamos con urgencia nuevos fondos que contribuyan a nuestra recuperación emocional. El equivalente psicológico del “next generation EU”

Si 2019 fue el año de las protestas, 2020 ha sido un año estresante. Sonreímos menos. Las experiencias gratificantes han menguado y han estado peor repartidas. Nos sentimos más tristes (1 de cada 4 personas habían experimentado tristeza y/o enfado el día anterior a la encuesta). Más irritables. 190 millones de personas más militan -militamos- en la legión de estresados. Iraq y Líbano encabezan el ranking por países.

Previsible, ¿No? Un virus -la COVID 19- nuevo (desconocido hasta Wuhan), global y complejo (sindémico), y peligroso (letal para 4,3 millones de personas) frente al que no disponemos de estrategias eficaces de afrontamiento. Como resultado: indefensión y desamparo.

Hans Selye, médico vienés del S.XX describió con claridad estas sensaciones al hablar del “Síndrome General de Adaptación”: tras la alarma inicial al percibir la amenaza, y resistir ante el peligro, caemos en el agotamiento si los esfuerzos no han sido eficaces. ¡El esfuerzo inútil lleva a la melancolía!

Sin embargo, no podemos cargar toda la responsabilidad sobre las espaldas del virus. El SARS-Cov no es culpable de todo, ni puede ser su chivo expiatorio. Tiempos pasados no fueron tan idílicos como añoran los vendedores de nostalgia.

El estresante 2020 ha sido un paso más en una deriva que crece -al menos- desde hace una década (ver serie histórica). Un paso más que profundiza en la brecha emocional, que se retroalimenta con otras brechas que crecen por doquier: de género y social (desigualdades, aislamiento, soledad no buscada, suicidio, malestar social), medioambiental (cambio climático de cuyos fenómenos extremos somos en gran medida responsables) digital, tecnológica …

Y, una vez más, entre nubes y claros, afloran las mismas preguntas:

¿Por qué estamos produciendo resultados que nadie desea?

Y tú ¿Cómo lo llevas?

Javier Riaño

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  • Gracias Javi por compartir esta información tan interesante. Me quedo con tu penúltima pregunta: ¿Por qué estamos produciendo resultados que nadie desea? y añado: ¿es esto lo que queríamos o queremos? Conviene reflexionar sobre ello y ver donde nos lleva.

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Javier Riaño

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