Construir el proyecto personal a partir de emociones positivas

El blog de una de mis mejores amigas, casi una hermana, tiene como título “Querer es poder, Creer es crear”, ella escribe en el blog de inteligencia emocional de Eitb y su lectura me ha llevado a conclusiones útiles, enriquecedoras.

Llevo años pensando en querer escribir, pero qué escribir: un cuento, una novela o simplemente compartir mis experiencias. Tengo incluso el título: “Hojas de otoño” y he hecho mis pinitos, sin embargo, nunca me he lanzado decididamente en esa aventura, entre otras cosas, porque el fin último de escribir es compartir, es hacerse ver ante las personas que leerán, hacer ver cómo eres. Escribir es, por lo tanto, como desnudarse en público, hacer ver lo más profundo de tu ser y ello conlleva estar sujeto a la opinión de los y las lectoras.

En el libro “Brújula para una buena vida”, que recoge algunas de las entradas del mencionado blog, leía sobre la importancia del proyecto personal. Enseguida me resonó la pregunta que me había hecho mi terapeuta: “¿has pensado en tu proyecto personal?”. Esa pregunta me viene resonando en mi cabeza: ¿cuál es el proyecto de mi vida? ¿cómo me veo en el presente? ¿cómo me veo en el futuro? ¿con quién? ¿dónde? ¿haciendo qué?

Soy consciente que llevo varios años buscando ese proyecto personal. Hace pocos años mi vida dio un vuelco radical, mi vida familiar cambió, generando nuevas formas de relación con la gente que más quiero, mi entorno social y personal dio un vuelco, que podría definir de 180º.  Aparte de esos cambios personales, la pandemia del Covid-19, nos afectó a todas las personas de una u otra manera. Fuimos testigos presenciales de pérdidas de personas más o menos cercanas, en mi caso con la perdida de mi padre; se generaron nuevos estilos de relación, el miedo, la incertidumbre, marcaron nuestra experiencia vital en 2020 y 2021 a nivel global.

Empecé, consciente o inconscientemente a buscar, a buscarme. A buscar fuera, a invertir tiempo, dinero, recursos personales, y también emocionales en esa búsqueda; a veces desorientado, perdido, llegando incluso a vaciar mi energía y, en consecuencia, como un barco a la deriva, a punto de hundirme.

No todo ha sido negativo, en esta búsqueda: he encontrado nuevas amistades, he afianzado otras, he retomado relaciones de antaño, me he involucrado en nuevos proyectos y me he unido a nuevos entornos que me han aportado mucho bien.

Inmerso en la lectura del libro mencionado, de repente, se me iluminó una idea en mi mente: no tengo que buscar fuera de mí ese proyecto personal. Ese es el primer engaño.  No tengo que dejar que el miedo me impida buscar dentro de mí lo que quiero para mi proyecto personal.

El miedo o la evitación de encontrarnos con nuestro ser más profundo, me han llevado a buscar ese proyecto fuera de mí.  Ese miedo ha evitado que inspeccione dentro de mí y tome consciencia que todos y cada uno de los pasos que he ido dando a lo largo de la vida, me han llevado a ser quien soy. A mí aquí y a mi ahora.  Estoy convencido, además, que esto no me pasa sólo a mí, que pasa a muchas personas.

Llevo varios años profundizando en la teoría de las emociones, tanto desde mi trabajo profesional, como a nivel personal.

Esto me ha llevado a preguntarme ¿qué emoción o emociones rigen mi vida? O más bien, ¿qué estados emocionales permito que rijan mi vida: el miedo, el rencor?

Recientemente viendo el vídeo de Elsa Punset sobre el contagio de las emociones, me pareció muy interesante la pregunta con la que termina el vídeo: ¿en qué emoción quiero estar anclado?

El mismo día tuve dos conversaciones, en entornos muy distintos, una con unos compañeros de trabajo y otra con una persona que en otra época me fue muy cercana afectivamente.

En ambas conversaciones me quedaba el sabor de la amargura personal que provoca vivir anclados en la ira, en el rencor.

Tras estas conversaciones y el visionado del vídeo, entendí que mi proyecto personal está íntimamente ligado a las emociones que quiero que rijan mi vida, a las emociones que quiero y decido estar anclado.  ¿Quiero anclarme al rencor, al miedo, a la apatía? ¿o soy capaz de pararme un momento, detenerme, respirar profundo y decir que quiero estar en una emoción de apertura, de cercanía, de gratitud?

Soy consciente que, en mi periodo más oscuro, he dado, pero sobre todo he recibido mucho amor de amistades y de muchas personas que se han acercado a mí, me han escuchado, me han invitado a una cerveza, o simplemente han estado a mi lado en silencio.

Recordé una experiencia que había empezado, y que fue me ayudó mucho: se trataba de hacer una lista de toda la gente que me había estado cercana, se trataba de “ser agradecido”.

Soy consciente que hay otras muchas emociones, necesarias, pero el agradecimiento, es ahora mismo una de las emociones que quiero afianzar. Es una forma de ver la vida con ojos nuevos, me ayuda a ver lo positivo de la gente, y de la vida.

Por lo tanto, ya no se trata de la pregunta sobre qué emoción rige mi vida, sino de una decisión: quiero que la gratitud sea la emoción que guíe mi hoy. De este modo, estoy experimentando que el miedo, el rencor, la tristeza han ido cediendo espacio a la alegría, a la gratitud y en líneas generales al bienestar emocional.

Vale entonces la pena decidir: ¿Qué emoción quiero que oriente mi jornada?

 

Referencias

williamrestrepo

Nacido en Calarcá (Colombia), me licencié en Psicología en la Universidad Nacional de Colombia y cursé el Master de Educación Especial, así como el DEA en Orientación e Intervención Psicopedagógica en la en la Universidad de Deusto (Bilbao). En mi experiencia profesional, he trabajado en el ámbito de la educación reglada, de la inmigración y desde hace muchos años en el ámbito de la discapacidad intelectual y la enfermedad mental.

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