No es la primera vez que escribo sobre la resiliencia, hace años lo hice a raíz de una conferencia de Luis Rojas Marcos (ver Echaniz, 2011). En esta ocasión la entrada está inspirada por las ideas que me llevo del curso “¿Podemos ayudar a que nuestros estudiantes mejoren su resiliencia?”, impartido por Elsa del Pozo García, para el Servicio de Orientación Universitaria de la Universidad de Deusto. He de reconocer que me llevó al curso el interés por acompañar bien a mi alumnado, pero también el obtener ideas y pautas que me sirvan a mí.
La resiliencia podría definirse como la capacidad para resistir y recuperarse ante circunstancias adversas, bien de carácter personal o social. Una imagen que se suele utilizar para explicar la resiliencia es la de un muelle que se estira pero, una vez que ha cesado la fuerza que tiraba de él, vuelve a su lugar. Hay que decir que también hay muelles que no vuelven a su forma original, y, no obstante, siguen funcionando.
La resiliencia se puede entrenar, es fruto del aprendizaje, lo que requiere constancia y fortaleza. Se puede entrenar a cualquier persona en esta habilidad, aunque algunas tienen un mejor punto de partida (bien sea por sus características personales, porque cuentan con una buena red, etc.). Es un factor protector para el bienestar, ayuda a salir antes del dolor y el malestar. Hay una escena en El Rey León en la que Rafiki va acompañando a Simba en su camino de resiliencia.
En los seres humanos hay dos fuerzas opuestas que son fundamentales para crecer y avanzar: la Physis (da vitalidad y energía) y la Homeostasis (da estructura: significado, continuidad, predictibilidad, etc.). Sin homeostasis no tendríamos estructura y sin physis no tendríamos estímulo. El éxito está en equilibrar ambas [para profundizar ver Erskine, 2011]. Y para acompañar a otras personas necesitamos conocer mínimamente la historia de la otra persona, desde una mirada genuina, incondicional, sin juicio. Y esto exige tiempo y escucha.
Veamos los siete pilares de la resiliencia que los psicólogos Wolin, S.J. y Wolin, S. desarrollaron en 1993 (ver Medina, 2021):
Existe una herramienta, “Círculo de influencia, círculo de preocupación”, de la que hablaba Steve Covey en Los 7 hábitos de las personas altamente efectivas (ver Apesteguia, 2017) que nos puede ayudar a desarrollar la resiliencia si aprendemos a centrarnos en aquello sobre lo que tengo algún tipo de influencia, que depende de mí (pensamientos, comportamientos, emociones y acciones), y dejo de preocuparme por aquello en lo que no tengo margen de actuación.
Para terminar, unos versos de una bonita canción de Diana Navarro, cuyo título, “Me amo y me acepto completamente”, sería bueno recitar a modo de mantra y grabárnoslo ‘a fuego’:
“Soy valiente por quererme, poco a poco soy más fuerte
En mis manos tengo el cambio, la tristeza ya es pasado
Tomo el mando estoy a salvo
Me amo y me acepto completamente”
Referencias
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