El director general saliente, se disculpa un momento y se encierra en el baño. Una angustia acuciante se estaba adueñando de sus entrañas y ahora llora a borbotones toda su rabia.
Incapaz de creer lo que hace, arranca de los puños de su camisa los gemelos con el símbolo de la empresa (su empresa del alma desde hace tantos años) y los arroja por el inodoro farfullando blasfemias contra el mundo, contra el destino, contra la maldita política. Tras tirar de la cadena y secarse las lágrimas recupera la calma ante el espejo durante unos minutos y vuelve a salir con una sonrisa ensayada para seguir atendiendo a su sustituto.
– “Bueno, ahora te voy a enseñar cuales serán tu despacho y tu secretaria, la chica vale mucho ya verás”.
Roberto Moso
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¡¡¡ZORIONAK KIRMEN!!!