Tiene los nervios destrozados al final de la jornada. Sobre la taza del inodoro repasa un terrible día de encendidos debates con esa mujer implacable, portavoz de la oposición. Odia su desparpajo, su manía de señalar mientras argumenta con el bolígrafo en la mano, su astucia para no dejarse engatusar, su inteligencia para sacarle de quicio una y otra vez mediante el uso calculado de esa sonrisa perfecta. Dios, la odia con todas sus tripas y sin embargo, es curioso. Ella protagoniza ahora también, con rotunda eficacia, sus relajantes fantasías solitarias.
Roberto Moso
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¿Que pasa con los agujeros? ¿Se ha estropeado la perforadora? saludos.