Llevaba mas de dos horas tratando de componer algo. Imposible. La guitarra se negaba a sonar afinada, los temas que iba abordando le resultaban tontos, carentes de ningún interés. Nada de lo que alcanzaba su imaginación era mínimamente divertido, intenso dramático, especial… nada.
Sonó entonces su móvil. Era ella. Se quejaba por una cuestión trivial, cuando él tenía entre manos el éxito o el fracaso de su próximo disco. No pudo evitar un cierto fastidio en la respuesta y ella se sintió herida en su orgullo. Antes de cumplirse los dos minutos de conversación la mujer le colgó violentamente tras insultarle entre sollozos. Habían terminado.
Si, ahora ya estaba lo bastante jodido para hacer una buena canción.
Roberto Moso
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