Siempre había alguien que soltaba la frase fatal: “ha pestañeado”.
La actriz vocacional, herida en su orgullo, trabajó intensamente en la concentración. Estudió con detalle cada una de las estatuas de la ciudad y finalmente, tras largos meses de intenso trabajo, lo consiguió. Hace años que ni los pájaros ni la lluvia ni los comentarios estúpidos alteran un ápice su mirada de mármol.
Roberto Moso
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