Como estaba previsto y ensayado, la última nota del concierto se mantuvo en el aire largo tiempo. La gran diva cerró los ojos y saboreó el rugido de las masas, de todas las masas que tantos estadios habían llenado a lo largo de su carrera. Sintió como si flotara, como si ascendiera a los cielos como la virgen de las misas de su infancia. Los abrió brevemente y le pareció apreciar un baño extraño tras una capa de espuma. Entonces se apagó la luz.
Roberto Moso
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