Nos compramos aquel muñeco de vudú en nuestro viaje a Nueva Orleáns. Entonces todo nos parecía divertido y decidimos entrar en la consulta de aquel Chamán, como quien entra en una barraca de feria. Eran otros tiempos. Después nos desangramos en un divorcio espantoso y el odio mutuo se encanalló en nuestras vidas. Me asusté mucho cuando en un arrebato de furia clave aquellas agujas al muñeco y apareciste muerta. “Con una extraña hemorragia interna“, dijo el doctor. Pero más asustado estoy ahora, que llevo días de agudos, sistemáticos, incesantes, insoportables pinchazos.
Roberto Moso
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