En el tronco de aquel árbol alguien había dibujado una calavera atravesada con un cuchillo. Pensó en alguna secta, algún rito, quizás un juego de rol o una yincana macabra, hasta que reparó en las letras que lo acompañaban. Sí, el tiempo había transformado así el corazón por él tallado tantos años atrás.
Roberto Moso
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