Nadie sabía su nombre, pero todo el mundo le llamaba Tony. Era inevitable. No se le conocía ningún otro papel en su carrera de actor y en cambio Tony Soprano era admirado en todo el mundo. Tony le decía el taxista, Tony el recepcionista del hotel, Tony le gritaban amables fans maleducados, hasta su mujer y sus hijos bromeaban con eso. James se metió tanto en el papel que, al igual que Tony, fundió en negro.
Roberto Moso
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