Descubrí ese libro a los quince años. Fue como una epifanía. Aquellas líneas marcaban el camino de la laucha, de la resistencia, de la dignidad. Me marcó como pocas cosas en la vida.
Visité de nuevo aquellas consignas incendiarias a los treinta y tantos. Me resultaron de lo más inofensivo. A medio camino entre el candor juvenil y cierto papanatismo. Me sorprendió que algún día me hubiera impactado tanto.
Hoy me he vuelto a encontrar con él. Lo he releído con atención. Es curioso. Ese maldito panfleto ataca directamente mis intereses.
Roberto Moso
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