De un día para otro ya no había viejos en el lugar. Los busqué en el centro, en la plaza, en la iglesia, en el centro de día, en el viejo café… Nada. Hasta que fui al río y allí por fin avisté a un señor mayor. Ahí estaba, atónito, patético, reflejado en la inquietud del agua.
Roberto Moso
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