Primero decidió que leer era mucho más divertido que escribir.
Después decidió que no merecía la pena seguir descubriendo libros. Leería lo que le había hecho disfrutar. Iría sobre seguro.
Pasado el tiempo decidió que se quedaría con aquel relato concreto que le había encantado en su día. ¿Para qué leer nada más?
Paladeó una y otra vez cada frase, cada palabra. Siempre encontraba algo nuevo, siempre descubría un nuevo matiz.
Pero también se acabó cansando. Entonces decidió concentrarse en una sola palabra. Un término perfecto, una combinación de letras insuperable. Sin duda la palabra definitiva:
FIN
Roberto Moso
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