¿Más o menos satisfechos con la vida por tener hijos?

¿Son más felices las personas que tienen hijos? ¿Valoran mejor sus vidas que quienes no los tienen? Estas cuestiones son motivo de debate académico y también, ocasionalmente, entre la gente. Una investigación realizada por Angus Deaton, de Princeton, y Arthur Stone, de Stony Brook, ha aportado información interesante relativa a este controvertido asunto.

El análisis realizado por estos investigadores utiliza información procedente del estudio Gallup-Healthways Wellbeing Index (GHWBI) en el que se encuesta a 1.77 millones de norteamericanos. El estudio contiene una medida de la evaluación vital –la escala de Cantril– así como diferentes cuestiones acerca de fuentes de satisfacción y de insatisfacción vital. A los encuestados se les pregunta acerca de si en el hogar hay o no hay niños. No se pregunta por el número.

En una primera aproximación, y aunque las diferencias entre el tener o tener hijos son pequeñas, los resultados globales son mejores para quienes tienen hijos. También obtienen mejores resultados en las cuestiones relativas a la satisfacción (más alegría, sonrisas y disfrute, y menos tristeza), y puntuaciones más altas en las relativas a las emociones negativas (más enfado, preocupación y estrés, pero menos dolor físico).

Sin embargo, ocurre que las personas que tienen hijos tienden a tener también otras características de las que se sabe que ejercen efectos positivos sobre el bienestar. Las personas con hijos suelen tener ingresos más altos, estar casadas, ser más religiosas, más sanas y estar mejor educadas. Y es sabido que esas características influyen de forma favorable en la valoración de la vida. Por lo tanto, podría ocurrir que la razón por la que las personas con hijos valoren algo mejor sus vidas que las que no los tienen no tenga mucho que ver, en el fondo, con los hijos, sino con esos otros factores.

Deaton y Stone, para tratar de arrojar algo de luz sobre la cuestión, recurren a un procedimiento estadístico para controlar (o descartar) el efecto de esos otros factores. Y en efecto, si se descartan todos ellos y otros, resulta que las personas con hijos valoran peor la vida que las que no los tienen. Pero como bien apuntan los autores del trabajo, el resultado está lejos de ser concluyente, porque no es posible saber si otros factores –además de los considerados- pueden estar superponiendo su efecto sobre la valoración; por lo tanto, el control de sólo algunos de esos factores puede conducir a conclusiones equivocadas. Además –y esta es una objeción más importante- resulta que los factores que conducen a que la gente tenga hijos son los mismos que más influyen en la valoración positiva de la vida; por ello, no sería metodológicamente correcto descartar, sin más, el efecto de esos factores. Si algo cabe concluir es que las diferencias entre quienes tienen y no tienen hijos son de escasa entidad, y el sentido de tales diferencias depende de si se considera o no el efecto de otros posibles factores sobre la valoración de la vida.

 

Pero todo lo anterior se refiere a los estadounidenses, y las cosas no tienen por qué ser iguales para el resto del mundo. Así pues, han acudido a otro set de datos, el Gallup World Poll, un estudio que encuestó a 1.000 personas en 161 países. Al contrario que en el estudio norteamericano, en este caso no contaron con información relativa a esos otros factores que pueden condicionar la valoración de la vida a la vez que la misma decisión de tener hijos. Para simplificar las cosas, agruparon los datos en dos sentidos. Por un lado, en vez de trabajar con los de cada país, calcularon las medias para grupos de países cultural o geográficamente próximos. De ese modo, quedaron los siguientes grupos: África, Asia Oriental, Asia Meridional, Oriente Medio, Latinoamérica y Caribe, Europa Oriental (países excomunistas), Norte de Europa, Sur de Europa, y países anglosajones. Y por el otro lado, calcularon un valor medio para las emociones positivas y otro para las negativas de las que se recababa información en las encuestas.

De ese conjunto de observaciones emergen dos conclusiones interesantes. Una es que, en general, las personas con hijos experimentan emociones más intensas, tanto positivas como negativas. Hay que advertir, porque así lo hacen los investigadores, de que esa es una conclusión que se extrae de los valores medios, pero que no se cumple para las mujeres. Aunque no se presentan éstos de forma diferenciada en el trabajo, en dos terceras partes de los países no se cumple que las mujeres con hijos experimenten emociones positivas de forma más intensa que las mujeres sin hijos. Parece, por lo tanto, que hombres y mujeres viven la experiencia de la paternidad/maternidad de forma diferente, y mejor en el caso de los hombres.

La segunda conclusión general es que en las áreas de mayores tasa de fecundidad, donde es normal tener muchos hijos, las personas con hijos tienden a valorar peor sus vidas que las personas sin hijos. Lo contrario ocurre en los países con baja fecundidad; en éstos, las personas que tienen hijos tienden a valorar mejor sus vidas. Esa tendencia se manifiesta, incluso, en forma de correlación negativa (muy significativa: p = 0,003)  entre la diferencia de valoración entre quienes tienen y quienes no tienen hijos, por un lado y la fecundidad por el otro, para los 159 países de los que se disponía de la información necesaria para el cálculo. Expresado en otros términos, cuanto mayor es la tasa de fecundidad de un país, más probable es que la gente que tiene hijos dé cuenta de menor satisfacción con la vida que quien no los tiene.

En resumen, la valoración de la vida y su relación con la paternidad o maternidad depende mucho de las circunstancias bajo las que la gente tiene hijos. En los países que no han iniciado aún la transición demográfica, tener hijos hace que la vida resulte menos gratificante o más penosa, y las cosas son peores para las mujeres. En estos países es muy dudoso que la paternidad sea una opción voluntaria o, si lo es, de los hijos se esperan beneficios diferentes de los que mide la escala de Cantril. Sin embargo, una vez se produce la transición demográfica, los hijos son el resultado de una elección real, y quizás no quepa esperar que el hecho de tenerlos o no tenerlos (salvo que la razón para una cosa o la otra no dependa de la voluntad) vaya a afectar en un sentido u otro a la valoración de la vida. Al fin y al cabo, si se trata del resultado de una elección libre, quien desea tener hijos ya se ha hecho su composición de lugar y aunque no es posible anticipar cómo saldrá la experiencia, al menos ha hecho lo que creía le iba a proporcionar una vida mejor. Y lo mismo cabe decir para quien ha decidido no tenerlos.

Así que seguramente no tiene demasiado sentido preguntarse acerca de si la vida es mejor o peor por el hecho de tener o no tener hijos.

 

Fuente: Angus Deaton y Arthur A. Stone (2014): “Evaluative and hedonic wellbeing among those with and without children at home” PNAS 111 (4): 1328–1333

3 pensamientos sobre “¿Más o menos satisfechos con la vida por tener hijos?

  1. kiii

    “Así que seguramente no tiene demasiado sentido preguntarse acerca de si la vida es mejor o peor por el hecho de tener o no tener hijos”
    Solo leer los ultimo renglones para saber que la nota es una perdida de tiempo, ni siquiera se como llegue acá. Malisimo

  2. cesar Revilla Mesía.

    Las experiencias nos enseñan,que en hogares pobres,hay incidencia de tener muchos hijos,la llegada de los hijos no se programan,la brecha del conocimiento de planificación familiar es muy extensa,las uniones se realizan porque esta presente el “deseo y amor” como un hecho natural,……que trae alegría al hogar la llegada de un niño es un hecho, pero esa alegría se torna en tristeza y desesperación ante la ausencia de recursos económicos.
    El promedio de vida de los padres hombres es de 45 años y el de las mujeres es 35 años.
    Un hombre con mayores rangos de momentos de alegría tiene mas tiempo de vida.
    PERO YO ME PREGUNTO:
    Acaso me debo alegrar cuando llega un hijo (sin incluir el estado económico) …….CLARO QUE SI ME DEBO DE ALEGRAR PORQUE ES LA ÚNICA FORMA DE PERENNIZAR LA ESPECIE. CON ELLO ESTOY REALIZAN DOME COMO HUMANO CUMPLO CON LA PARTE MÍSTICA DE LA VIDA QUE LE HACE BELLA.
    Para alguien que dude, existe : la fe, la esperanza,la caridad,el amor, etc. herramientas (llamemos le así) que nos sirven para seguir alegres….Quien nos proporciona esas herramientas.’ ..¡Ustedes lo saben¡

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