Hacia un nuevo paradigma emocional

Ha llovido mucho desde que el gran psicólogo norteamericano Paul Ekman comenzó a estudiar el fabuloso mundo de las emociones y a descifrar la respuesta emocional en el rostro de las personas.

En uno de sus estudios de mayor éxito, Ekman se dedicó a recopilar fotografías de personas pertenecientes a culturas tan remotas como la tribu de los “Fore”, localizada en Nueva Guinea. Estas fotografías reflejaban cómo los miembros de estas culturas aisladas de la civilización, compartían los mismos gestos faciales que se daban en el resto del mundo, en torno a unas emociones de primer orden. De esta forma, se pudo desbancar la teoría antropológica de Margaret Mead, la cual defendía que las personas adquieren sus expresiones en base a la cultura y al ambiente en el cual están sumergidos, saliendo fortalecida la teoría de Charles Darwin, que defendía la universalidad de las expresiones humanas, siendo estas innatas. Según el propio Darwin, esta universalidad no era más que “la evidencia troquelada por las fuerzas de la evolución en nuestro sistema nervioso central”.

Fue así como Ekman propuso, en base a ciertas expresiones faciales concretas y universales, las emociones primarias o básicas: la ira, el miedo, la aversión, la sorpresa, la alegría y la tristeza.

El pasado martes 2 de diciembre en el Palacio de congresos Europa de Vitoria, tuve el placer de escuchar a Rafael Bisquerra en una conferencia sobre Inteligencia Emocional. En un momento de dicha conferencia, me llamó enormemente la atención un comentario que realizó en lo referente a las emociones básicas.

Rafael mencionó que a pesar de que en la actualidad los investigadores no han conseguido ponerse de acuerdo acerca de cuáles son las verdaderas emociones básicas, de lo que no cabe ninguna duda es que durante toda la historia de la humanidad el mundo se ha guiado por dos emociones básicas que de alguna forma han jugado un papel esencial. Estas dos emociones, a las cuales se estaba haciendo referencia, eran el miedo y la ira.

Siendo conscientes de que todavía existen más de 40 conflictos armados en nuestro planeta, ¿cuántas guerras, muertes innecesarias y demás signos de barbarie tendrán que acontecer para darnos cuenta que el camino de la violencia no nos conducirá a buen puerto? ¿Acaso no ha llegado ya la hora de sustituir el miedo y la ira por el amor y la tolerancia? ¿No ha llegado el momento de dirigirnos hacia un nuevo paradigma emocional?

Eduardo Jubete Díez

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  • No creo que la solución esté en desterrar el miedo y la ira. De hecho son fundamentales para defendernos de los 'depredadores' de todo tipo. Lo importante es saber reconocer y canalizar ambas emociones. Creo que no es posible una verdadero amor y una verdadera tolerancia si uno no ha conocido el miedo y la ira y ha sido capaz de reorientarlos.

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Eduardo Jubete Díez

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