La literatura, el arte, los museos, los viajes, los textos y ensayos me acompañan desde que tengo memoria, y los libros se amontonan en mi casa, y aún así me cuesta mucho mantener mis hábitos de lectura y sobre todo de creación de contenidos en estos días.
Me cuesta pensar con claridad, concentrarme.
Al inicio del confinamiento sentía agotamiento mental y emocional. Sensación de falta de tiempo, ahora que el tiempo se había detenido. Observaba con estupor en las primeras semanas la infinidad de recursos gratuitos, libros, opera, teatro…ejercicio, clases y cursos online… ¿cultura entendida sólo como entretenimiento? Acostumbrada a leer de forma voraz, me estaba costando concentrarme en las páginas de un libro más allá de unos minutos. No comprendía como en lugar de hablar de compromiso, de esfuerzo, de colaboración, la oferta para “pasar el tiempo” era tan abrumadora. Me preguntaba: ¿Hemos perdido la capacidad de pasar tiempo sin hacer nada?, ¿tenemos miedo al silencio? ¿a pensar?
Si, ya se que es importante establecer rutinas para una circunstancia que ninguno habíamos previsto tan drástica y que no hemos experimentado antes. ¿Pero, tantas? Y en cualquier caso, ¿se pueden incorporar rutinas completamente alejadas de nuestro modo de vida?. Camino por el pasillo, ahora agradezco que sea largo, imaginando itinerarios vividos, pensando en la montaña, en el mar, en los últimos viajes, que ahora me parecen un sueño.
Si estamos acostumbrados al teletrabajo, y tenemos la oportunidad de teletrabajar partimos con ventaja, pero para el resto del día, recuerda que nos queda comprar, limpiar, cocinar, cuidar, acompañar… ¿por qué tanto énfasis en llenar de actividades un tiempo que tal vez necesitamos para pensar, para escucharnos, para compartir ? ¿Quién va a leer la infinidad de información generada? ¿Quién puede aprovechar todos esos recursos digitales disponibles? ¿Quién va a disponer de tiempo y ganas para leer estas líneas?
Un Pepito Grillo molesto avisa de que también hace falta, a ratos, la evasión, el humor, la actividad física. El día a día es una montaña rusa, preocupación, comprensión, calma, enfado, desánimo, miedo, ternura, tristeza… y necesitamos equilibrar, compensar, reajustar.
Más creatividad, ejercicio, imaginación, retos, aprendizaje…
¿Voy a poder anotar aprendizajes significativos cuando todo esto termine?
Al igual que los flaneurs vagabundeaban por las ciudades en busca de inspiración, ahora yo rastreaba las huellas de otros creadores en estos días extraños.
Observo que el confinamiento refuerza mis hábitos y valores, me gusta la Cultura con mayúsculas, admiro el increíble trabajo de divulgación que han desplegado diferentes especialistas capaces de abstraernos desde unos minutos hasta varias horas, de forma que durante ese tiempo nos olvidamos del bicho. Rastreo referentes, personas expertas y apasionadas, que me hacen cuestionarme, que me abren a otras obras, a otros artistas, que me hacen volver a mirar y escuchar. Cultura con mayúsculas, alejada del postureo. Eso sí, adaptada a los nuevos medios y soportes. Ellos aportan agilidad, humor, humildad, y muchos, y muy buenos ejemplos.
Tomo notas sobre cada uno de ellos y sus trabajos, sobre los directos, entrevistas, propuestas… y son notas que me llevan a nuevos descubrimientos, nuevas lecturas, nuevos artistas y creaciones, nuevas preguntas, nuevos viajes.
Si, hay sesgo de confirmación, (el libro de Helena Matute, “Nuestra mente nos engaña, me lo recuerda), y más que descubrimientos, muchas veces son reafirmaciones, reencuentros. Personas a las que ya leía, argumentaciones que comparto… Y, no, no es fácil cambiar hábitos y rutinas, necesito tiempo para disfrutar de estas propuestas, no quiero consumir cultura, quiero disfrutar y por ello estos creadores me acompañarán no sólo durante la cuarentena, el tiempo dirá si se quedan conmigo.
Esta es mi lista de favoritos, parcial, sesgada, creciente, personal, en esta cuarentena:
El trabajo del actor y humorista Miguel Ángel Martín, en Twitter con sus videos sobre la cuarentena me recuerdan que todo es un problema de expectativas, demasiadas expectativas. Que adquirir nuevos hábitos es costoso, y que con tanta plataforma y tantos grupos y equipos hemos acabado saturados de pantallas y videollamadas.
Todos ellos me enseñan nuevas formas de narrar, de contar, de inspirar, divulgar y transmitir. Arte, Viajes, literatura, sueños… el consuelo y el bálsamo de la Cultura. Y conversaciones, memoria, cariño, todo eso queda, aunque nos hayan robado el mes de abril…
Cuidaros mucho.
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