Pompas de papel

La beca Igartza, organizada por el ayuntamiento de Beasain y la empresa CAF, para jóvenes autores se ha concedido ya en trece ocasiones y nos ha ayudado a conocer a muchos escritores que actualmente tienen lugar propio en la literatura en euskera. En esta última ocasión, los malos augurios del número de la edición, se conjuran con los ocho cuentos que confirman el libro que ahora se publica gracias a esa beca: Beste norbaiten zapatak (ELKAR), de la periodista Garazi Kamio. Admiradora de Eider Rodríguez o Leire Bilbao, toma el título de unos bonitos versos de otra de sus escritoras favoritas, Castillo Suárez.

Los personajes de estos relatos, escritos en primera, segunda y tercera persona, son variopintos pero muy corrientes: se van a estudiar a Madrid, van a la Azoka de Durango, les gusta la música de Mikel Urdangarín, sueñan con viajar a París y escuchar Turandot o cuidan, a pesar del desencanto, de su pareja.  Pero en todos anida una historia.  El miedo, la decepción y distintas situaciones en las que desembocan de manera desesperada y algo esdrújula les colocarán en encrucijadas donde no siempre toman la dirección más acertada ni más medida o meditada.  Y eso confiere a la lectura de Beste norbaiten zapatak cierto pulso desasosegado. Si tuviéramos que inventariar los miedos que asisten a la lectura de esta colección de cuentos (y hay quien dice que es el miedo y no el amor lo que en realidad mueve el mundo) tendríamos que hablar del miedo a la muerte, muy importante en el primer relato, del miedo a la rutina, al engaño, a la enfermedad y, sobre todo, a nosotros mismos.

Garazi Kamio, sin duda, ha tenido muy en cuenta el planteamiento de conflictos -toda historia ha de serlo en un grado u otro-, y ha escrito cuentos bien construidos, con personajes y planteamientos originales, que ofrecen reacciones y desenlaces inesperados. En algunos relatos encontramos algunos lugares comunes, pero no tantos como para que palidezca el nervio, la intuición narrativa, y la voz solvente de esta escritora que hoy saludamos.

Txani Rodríguez