Lo sabía. Su olfato no fallaba. Su segundo de a bordo le tenía una envidia mal disimulada. Lo mismo ocurría con su jefe de sección por no hablar de su portavoz y de sus responsables de prensa. Todos los subalternos le envidiaban, él lo sabía muy bien. Lo leía en sonrisas, miradas, comentarios aduladores, llamadas telefónicas, risas casi verosímiles. Todo estaba perfectamente detectado y clasificado. ¡Qué le iban a contar! La envidia, había sido el imparable motor de su brillante carrera.
Roberto Moso
Y aquí acaba la historia de este blog de Pompas de Papel. A partir de…
Última entrega por esta temporada del concurso de Pompas de Papel en el que Bego…
Sardinerak es el quinto título de la colección de álbumes trilingües Ipuinak que edita la…
Gizakiaren bizitza distantzian egiten den ekintza baizik ez denez, Edalontzi baten barruan dir-dir egiten duen…
Es el autor de este libro un ciudadano sensato que, preocupado por el futuro del…
View Comments