“Como Marshall, Keynes veía la economía como un motor de análisis que puede ayudarnos a separar el grano de la paja, y estaba convencido de que las ideas económicas habían contribuido más que la máquina de vapor cambiar el mundo. Las verdades económicas no eran quizá tan eternas como las matemáticas, pero la teoría económica era esencial para saber qué funcionaba y qué no, qué era importante y qué no. La inflación podía elevar el producto económico a corto plazo, pero no a largo plazo. Las mejoras en la productividad eran el principal factor impulsor de los salarios y el nivel de vida. La educación y una red de seguridad podían reducir la pobreza sin producir estancamiento económico. Una moneda estable era necesaria para la estabilidad económica, y un sistema financiero saludable, básico para la innovación. En palabras de Robert Solow: “Las preguntas cambian continuamente y las respuestas a las preguntas, las viejas y las nuevas, cambian también a medida que la sociedad evoluciona. Eso no quiere decir que no tengamos cierta idea de qué es útil en un momento dado”.
En esta obra que hoy les traemos, la señora Nasar nos cuenta una historia, su historia, de la economía del último siglo y medio, comenzando por la durísimia explotación obrera de la industria inglesa. Allí se nos aparecen Dickens, Marx y Engels. Siguiendo el hilo de la preocupación por el modo de vida de los trabajadores y sobretodo el desarrollo de las naciones, nos trae hasta las teorías económicas de Schumpeter, Keynes o Samuelson, pasando por los avatares de ambas guerras mundiales y diversas periódicas crisis económicas, entre ellas como no, la del 29.
¿Pero qué hace diferente esta historia de la economía La gran búsqueda de Sylvia Nasar? Pues verán. Nos pasa a muchos que cuando leemos sobre economía soportamos párrafos para nosotros incomprensibles que se nos antojan desiertos a cruzar hasta llegar al próximo oasis comprensible. Bueno pues en estos tramos, la señora Nasar nos mete el Lecturas o el Hola de los economistas de turno. Nos enteramos cómo vivía mantenido Karl Marx durante sus años de sequía creativa, o de las conquistas sexuales de John Maynard Keynes o sus compras de objetos de arte.
Es por tanto una historia rosa, a veces hasta amarilla, de la economía y de los economistas del último siglo y medio. Ello no obsta para que encontremos material de reflexión sobre el actual momento económico y su origen, y cómo esto que vivimos no es tan nuevo en la mayor parte de sus motivos y manifestaciones.
Jokin Aldazabal
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