Se miró en su espejo mañanero y repasó los detalles. Mirada bondadosa, sonrisa tierna, una indumentaria prudentemente elegante pero sin ostentar. Unas manos cálidas preparadas para el apretón caluroso. Se despidió de sí mismo con un guiño y recordó de nuevo la máxima, que aprendió en aquella obra de teatro: no se demandan buenas personas que quieren simular ser malos, sino canallas que no lo parezcan.
Roberto Moso
Y aquí acaba la historia de este blog de Pompas de Papel. A partir de…
Última entrega por esta temporada del concurso de Pompas de Papel en el que Bego…
Sardinerak es el quinto título de la colección de álbumes trilingües Ipuinak que edita la…
Gizakiaren bizitza distantzian egiten den ekintza baizik ez denez, Edalontzi baten barruan dir-dir egiten duen…
Es el autor de este libro un ciudadano sensato que, preocupado por el futuro del…