¡Dulce venganza! Después de años y años de padecer los insufribles cortes publicitarios en nuestros programas y series favoritas de televisión, llega el momento del desquite con un cómic imprescindible que ridiculiza hasta el tuétano todos los anuncios clásicos: de coches, de detergentes, de seguros, de cereales, de colonias, de compresas y de bronceadores. De todos estos, y de muchos más, hacen carnaza si
Todo es broma y chanza en este cómic, nos reímos y divertimos, pero tiene una virtud añadida: nos hace pensar y comprender el nivel de atontamiento que provoca el consumo elevado de publicidad televisiva. Sólo hay que fijarse en esos individuos e individuas, felices por comer y beber las marcas más anunciadas, aunque sepan a rayos, o esas amas de casa que usan productos de limpieza que no limpian y provocan “ligeras enfermedades” a sus hijos, pero que hacen juego con el resto de envases.
Toda una enciclopedia de la estupidez cotidiana, resumida en un álbum de 150 páginas a todo color, que publica la editorial Dibbuks y que ya estáis tardando en comprar… Sí, sí, efectivamente, lo reconozco: ¡le estoy haciendo publicidad! Pero os aseguro que aquí no hay ni letra pequeña ni efectos secundarios salvo, eso sí, las sanas carcajadas que produce la lectura de este cómic.
Iñaki Calvo
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