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El comictario. Furari o el retorno póstumo de Jiro Taniguchi

El pasado mes de febrero se cumplieron cuatro años de la muerte de Jiro Taniguchi, uno de los grandes genios del manga japonés y quizá el que más vínculos generó entre el cómic de Oriente y Occidente. Taniguchi consiguió lo que muy pocos, que su obra fuera reconocida tanto en Japón como en Europa, especialmente en Francia, donde tenía una legión de seguidores. Su influencia en tierras galas le llevó a colaborar con autores de la talla de Moebius, Morvan o Frédéric Boilet, y el Festival de Angoulême le coronó definitivamente en 2003 con el premio al mejor guión por Barrio lejano, una de sus obras maestras y, sin duda, uno de los mejores cómics de la historia del noveno arte. Jiro Taniguchi nos dejó hace ya cuatro años, pero fue un artista tan productivo que hoy seguimos disfrutando con obras suyas que permanecían inéditas en castellano.

La última en llegar ha sido Furari, un manga que reúne gran parte de las características que han hecho de Taniguchi un maestro inigualable. Con su habitual dibujo detallado y un relato lleno de armonía y serenidad, Jiro Taniguchi hace un homenaje en viñetas a la figura de Ino Tadataka, el primer cartógrafo que completó el mapa de Japón. Lo hizo en el primer cuarto del siglo XIX, y su método de trabajo no era otro que andar y andar, medir cuidadosamente las distancias y calcular la escala de los mapas. Taniguchi hace un retrato fiel del lugar donde transcurren los hechos, la ciudad de Edo, capital de Japón que en 1868 pasó a llamarse Tokyo. Por esa ciudad bulliciosa, por sus calles, plazas, parques y mercados, camina de forma incansable nuestro protagonista, tomando medidas, fijándose en lo que ocurre a su alrededor y deteniéndose para beber o comer en distintos locales que va encontrando por el camino. La comida y la magia de las pequeñas cosas son elementos con los que Jiro Taniguchi juega con maestría.

En esta ocasión, además de degustar distintos platos típicos, nuestro protagonista disfruta y nos hace disfrutar con la belleza de los cerezos en flor, el vuelo del milano negro y las libélulas, la magia de la luna llena o el sorprendente estallido de luz provocado por las luciérnagas en la noche. Y qué decir de los debates en torno al elefante que casi nadie ha visto en Edo, pero cuyas huellas marcadas en el suelo dan lugar a mil y una tertulias callejeras. Furari es un término japonés que quiere decir “sin rumbo fijo“, pero el nuestro está muy claro: completar nuestra biblioteca Jiro Taniguchi con esta auténtica delicia, publicada en castellano por Ponent Mon/Catarata, respetando además el sentido oriental de lectura, de derecha a izquierda. Por favor, no os lo perdáis.

Iñaki Calvo

El comictario. Léonie Bischoff y la vida de Anaïs Nin

A finales de este mes de junio, del 24 al 27, se celebrará en Angoulême la segunda parte de la 48 edición de su prestigioso festival del cómic, ya con presencia de público después de las restricciones provocadas por el coronavirus. La pandemia obligó en enero a un primer acto casi testimonial, con el anuncio de las y los ganadores de los premios del certamen, y hoy vamos a hablar de uno de ellos, el Premio del Público. El galardón fue para la novela gráfica Anaïs Nin. En un mar de mentiras, escrita y dibujada por Léonie Bischoff, autora suiza que resuelve con brillantez el complicado reto de trasladar al cómic la biografía de uno de los personajes más fascinantes y complejos del siglo XX.

La autora nos sitúa en el París de los años 30, donde Anaïs Nin disfruta de una existencia acomodada gracias a su matrimonio con el banquero Hugo Guiler. Anaïs, nacida en Francia de padres cubanos, vive en una gran casa junto a su madre y su hermano, mantiene vivo el recuerdo del padre que les abandonó cuando ella tenía once años y siente un cálido agradecimiento hacia su marido, un hombre que le ama sin condiciones y le ayuda y apoya en todo lo que necesita. Pero esa vida confortable no es suficiente para Anaïs, que escribe todos los días su diario y refleja en el papel sus anhelos y deseos. En su interior arde el fuego de la pasión, ella se siente impostora en el papel de buena esposa y sabe que, irremediablemente, llegará un momento en el que se dejará arrastrar por la sensualidad y el placer.

Y ese momento llega cuando conoce al escritor estadounidense Henry Miller, que irrumpe en la vida de Anaïs Nin como un ciclón. Miller queda fascinado por lo que ve e intuye en esa mujer, y entre ambos se inicia una relación a base de literatura y grandes dosis de sexo, con participación incluso de June, la esposa del escritor. En este clima de pasión desatada, Anaïs se descubre a sí misma y rompe las barreras de la hipocresía y la falsa moralidad. Acumula amantes, sigue escribiendo sus diarios y ayuda a Henry Miller a publicar su novela más importante, Trópico de Cáncer. Y luego llegarán sus diarios, 35.000 páginas escritas a lo largo de toda su vida con un alto contenido erótico y que empezó publicándose ella misma. Años después, en los sesenta, le llegaría el reconocimiento y el éxito por esos diarios que le convirtieron en un icono de la liberación de la mujer.

Con cálidos dibujos en los que los colores solo se insinúan, Léonie Bischoff consigue atrapar lo más íntimo de Anaïs Nin en ese momento clave en el que traspasa los límites morales y sociales, sin remordimientos y con sensación de bienestar. Anaïs Nin. En un mar de mentiras ha sido publicado en castellano por Garbuix Books, nueva editorial que ha empezado su andadura de forma inmejorable. Uno de los cómics imprescindibles del año. No os lo perdáis.

Iñaki Calvo

El comictario. El olvido que seremos, según Tyto Alba

Hace ya 16 años, en 2005, el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince publicó su novela más conocida, El olvido que seremos, una crónica familiar que, de inmediato, pasó a formar parte de la lista de grandes títulos de la literatura latinoamericana. Una historia ejemplar, llena de amor, alegría, tristeza y dolor que años después ha vuelto al primer plano gracias a sendas adaptaciones. Una al cine, dirigida por Fernando Trueba e interpretada por Javier Cámara, que se estrenó el pasado mes de mayo tras ganar el Goya a la mejor película iberoamericana. Y otra al cómic, a cargo del autor catalán Tyto Alba que, en colaboración con el propio autor de la novela ha conseguido retener en 130 páginas los valores y el espíritu del relato original.

Y eso es mucho retener, porque El olvido que seremos es una historia de amor familiar profundamente conmovedora, el retrato de un ser humano admirable y la descarnada radiografía de los años bárbaros sufridos por Colombia durante las décadas de los setenta y ochenta del pasado siglo. La novela es un monumento al amor paterno-filial, el que sintió el autor hacia su padre, y el que recibió de él, un hombre “bueno” en el amplio sentido de la palabra, buen padre y esposo, médico humanista, profesor universitario y defensor a ultranza de la democracia y los derechos humanos. Héctor Abad hijo no escatima detalles para expresar la devoción hacia su progenitor, el “hombre de la casa“, padre de seis hijos, cinco chicas y un chico, siempre paciente, siempre sosegado, con tiempo para una charla tranquila, unas palabras de ánimo, algún pequeño reproche constructivo y, siempre, siempre, portador de un mensaje de optimismo y confianza.

Los delicados dibujos y acuarelas de Tyto Alba reconstruyen el itinerario vital del doctor Héctor Abad Gómez, una persona que luchó sin descanso por un futuro mejor para Colombia. Presidente de la Comisión de Derechos Humanos de Antioquia, organizador de manifestaciones contra la violencia, tanto gubernamental como de la guerrilla, autor de numerosos artículos de denuncia. La voz incansable de Héctor Abad Gómez molestó a demasiada gente. La muerte por enfermedad de una de sus hijas le hizo incrementar su activismo cívico, sabía que estaba amenazado, pero no quería tener miedo. Finalmente, en agosto de 1987, el doctor Héctor Abad Gómez fue asesinado por los paramilitares. La extrema derecha le consideraba un comunista peligroso. La guerrilla le veía como un burgués acomodado. El resto de la humanidad sabía que era un hombre justo y comprometido. Su hijo siempre lamentará no haberle convencido para huir de Colombia.

El olvido que seremos, expresión procedente de un poema de Jorge Luis Borges, es el título perfecto, el epitafio para ese hombre bueno cuya memoria poco a poco se irá diluyendo en el tiempo. Un cómic imprescindible, publicado por Salamandra Graphic. No os lo perdáis.

Iñaki Calvo

El comictario. El Labo de Lucas Varela y Hervé Bourhis

Lucas Varela es un talentoso dibujante argentino instalado desde hace años en Francia, país donde ha logrado convertirse en un autor cotizado. Aplaudido por crítica y público, con obras tan destacadas como El último día del futuro, Michigan ó El humano, cada nuevo trabajo de Varela es recibido con expectación y, afortunadamente, su último cómic mantiene el listón de la calidad muy elevado. Bajo el título de El Labo, y sobre un guión de Hervé Bourhis, Lucas Varela convierte en viñetas la aventura de un grupo de pioneros franceses de la informática que estuvieron muy cerca de crear Internet y los primeros ordenadores portátiles. Estamos por tanto ante una ucronía, una historia basada en hechos posibles pero que no ocurrió realmente, y lo cierto es que se trata de un argumento apasionante.

Corre el año 1975 y el joven ingeniero Jean Yves Bertrand, hijo del propietario de una empresa de fotocopiadoras, recibe carta blanca de su padre para crear la fotocopiadora del futuro. Nuestro protagonista se pone a la tarea, pero tras una fiesta en la que come queso de cabra y se fuma un porro tiene visiones sobre teclados, pantallas y redes de comunicación, y hasta se le aparece el rostro de Bill Gates. En ese momento, Jean-Yves Bertrand entiende que el futuro es la informática y que a él le toca construirlo. Para ello, levanta un moderno edificio que bautiza como El labo, que es el diminutivo de laboratorio en francés, contrata varios trabajadores de confianza y emprende un reto mayúsculo: crear el primer ordenador personal, el primer teléfono móvil y una red que permita la comunicación a nivel planetario. A pesar de la impaciencia de su padre, que lo que quiere es una fotocopiadora de última generación, Jean-Yves consigue crear un primer prototipo de ordenador personal con ratón incluido, aunque no le llama ratón, sino musaraña. Una nueva dosis de queso de cabra y marihuana le hace ver un futuro lleno de emoticonos, compras online y gente mirando constantemente sus móviles. El camino al éxito parece despejado, pero una serie de imprevistos dará al traste con el proyecto. Y para colmo, en pleno desmoronamiento, Jean-Yves tendrá una última visión, un mundo lleno de violencia, contaminación, noticias falsas y un individuo que él no conoce, pero que es Donald Trump campando a sus anchas por la red. Tras dos años de trabajo, el sueño informático francés toca a su fin y, poco después, las firmas estadounidenses Apple e IBM sacarán los primeros ordenadores personales.

Buen guión, buen dibujo y un imprescindible toque de humor e ironía. El Labo, de Lucas Varela y Hervé Bourhis, un cómic magnífico, publicado en castellano por Ediciones La Cúpula. No os lo perdáis.

Iñaki Calvo

El comictario. La Maria Callas de Vanna Vinci

El pasado mes de abril se publicó, en medio de una gran expectación, una nueva biografía sobre la gran diva del bel canto Maria Callas, de cuyo fallecimiento se cumplirán 44 años el próximo 16 de septiembre. Ese libro, titulado La vida oculta de Maria Callas, indaga en la personalidad de una mujer que fue una auténtica diosa en el mundo de la ópera y un espíritu frágil y desdichado fuera de la escena. Con el añadido de detalles tortuosos, el libro cuenta más o menos la historia que todos y todas conocemos y, puestos a profundizar en la vida de Maria Callas, yo me quedo con un cómic biográfico publicado hace tres años en Italia por la prestigiosa editorial Feltrinelli. Una espléndida novela gráfica, escrita y dibujada por Vanna Vinci y que, bajo el expresivo título de Yo soy Maria Callas, es narrado en primera persona por la propia protagonista. Desde su nacimiento en Nueva York hasta su muerte en París, con sólo 53 años, la vida de Maria Callas pasa ante nuestros ojos provocando todo tipo de sensaciones, principalmente admiración por su genio inigualable y tristeza por su fragilidad emocional, aspecto este último que acabó no solo con su carrera, sino también con su vida.

El cómic transcurre como un documental con testimonios de decenas de personas que tuvieron relación familiar, de amistad, profesional y amorosa con la mítica soprano. Maria Callas, en esencia, fue una mujer infeliz, con una madre que la despreciaba porque era fea pero que vio una mina de oro en su voz prodigiosa. Un marido mucho mayor que ella que se convirtió en su agente y le hizo trabajar hasta el agotamiento. Una complexión física robusta que era mal vista por los responsables de los grandes teatros de la ópera y que corrigió con un peligroso tratamiento a base de hormonas tiroideas, que le hizo adelgazar pero afectó a su organismo y a su estado psicológico. Y, para completar la tragedia, una relación de amor tóxico con el magnate griego Aristóteles Onassis, con el que descubrió la pasión y el deseo pero también la amarga sensación del juguete roto y abandonado. Y así nos cuenta Maria Callas su vida. Por un lado, la frágil y desdichada Maria, por otro “la Callas“, la gran superestrella, e intervienen también personajes como los cineastas Visconti, Zeffirelli y Passolini, la soprano Renata Tebaldi, los directores de orquesta Leonard Bernstein y Von Karajan, los tenores Giuseppe Di Stefano y Mario del Monaco, y un sinfín de personas que asistieron al auge y declive de la considerada como la más grande soprano de la historia.

Un cómic magnífico, con excepcionales guión y dibujo de Vanna Vinci, publicado en castellano por Planeta. No os lo perdáis.

Iñaki Calvo

El comictario. El Bad Weekend de Brubaker y Phillips

El dúo formado por el guionista estadounidense Ed Brubaker y el dibujante británico Sean Phillips comenzó hace 15 años a edificar Criminal, una serie antológica que resume en sí misma las esencias de lo mejor del género negro. Ambientada en los tiempos actuales, pero con la misma atmósfera densa y oscura de los años 30 y 40, Criminal nos rodea de ladrones y asesinos, policías corruptos, mujeres fatales, ciudadanos aparentemente normales a quienes persigue su oscuro pasado, personajes en busca de venganza y perdedores abocados al abismo. Un auténtico cóctel de emociones fuertes que nos ha permitido disfrutar de algunas de las mejores historias del cómic contemporáneo. Y no conformes con ello, Brubaker y Phillips han publicado otras piezas magistrales, como Fatale, The fade out o Kill or be killed. Todas imprescindibles.

Pero bueno, centrémonos en Criminal, cuya última entrega, titulada Bad weekend, nos sorprende con un giro “made in Brubaker”. Recupera a uno de los personajes de la serie, Jacob Kurz, el exdelincuente que tuvo que ir a la cárcel por un crimen que no cometió, que dibujaba tiras de cómic para la prensa y que tuvo que dejar la profesión por un grave y sospechoso accidente. Corre el año 1997 y Jacob recibe una llamada inesperada. Se va a celebrar una importante convención de cómics y uno de los grandes maestros invitados, Hal Crane, ha pedido que él sea su acompañante durante los días que dure el evento. Así es como sabemos que Jacob, nada más salir del instituto,  trabajó como ayudante del gran Hal Crane y, como otros muchos, acabó su relación laboral de malas maneras. El anciano Hal Crane tiene una fama terrible en el mundo del cómic, un tipo avinagrado, insoportable y con una constante necesidad de dinero, fruto de su afición al juego y a tres matrimonios acabados en divorcio. Esto lleva al veterano dibujante a vender todos sus originales y a firmar incluso fotogramas falsos de películas de animación. Se dice, además, que ha llegado a robar obras de grandes autores para venderlas a buen precio en el mercado del coleccionismo. Bajo el manto espeso de esa leyenda negra maestro y pupilo van de aquí para allá durante la convención, y somos testigos de las tristezas y miserias de la industria del cómic, resumidas en un ambiente de falsedad e hipocresía y en la imagen de Hal Crane, el gran dibujante que rezuma hastío y resentimiento y que busca refugio en la barra del bar, en el tabaco y en la compañía temporal de un antiguo ayudante al que echó de su lado asegurando que nunca lograría triunfar en el mundo del cómic.

Bad Weekend, otra obra maestra de Ed Brubaker y Sean Phillips, publicada por Panini en su sello Evolution Comics. No os la perdáis.

Iñaki Calvo

El comictario. Oleg, el retorno del mejor Frederik Peeters

Veinte años han pasado ya desde que el mundo del cómic se vio sacudido por la publicación de la novela gráfica Píldoras azules, del autor suizo Frederik Peeters. Una obra inolvidable sobre un tema universal, el amor, pero elaborada desde una perspectiva insólita: el amor y la relación de pareja bajo la sombra del sida. Aquel romance a contracorriente, emotivo, tierno y sincero entre Fred y Cati supuso el reconocimiento internacional para su autor Frederik Peeters y, desde entonces, cada obra que ha ido publicando es recibida como un acontecimiento. Cierto es que Peeters ha tenido altibajos, pero su talento es indiscutible y aquí está su nuevo trabajo para confirmarlo.

Dos décadas después de Píldoras azules Peeters vuelve a abordar esa cuestión que tanto le preocupa, el amor en pareja, y lo hace retratándose a sí mismo en el personaje protagonista, un autor de cómics llamado Oleg que comparte su vida con su esposa Alix y su hija adolescente Elena. Oleg es un cuarentón vegetariano, preocupado por el cambio climático y la destrucción del medio natural, prefiere el cine clásico en pantalla grande, se desplaza en bicicleta, observa desolado cómo a su alrededor la gente está pegada a los teléfonos móviles y a las tablets y descarga tensiones nadando cada día en la piscina. Su carrera profesional va bien, sus cómics tienen éxito y siempre está preparando algo nuevo, aunque tiene que lidiar con las muchas preguntas que le hacen sobre si va a publicar una segunda parte de su obra El reparto del mundo, que podemos identificar fácilmente con Píldoras azules.

Y en este devenir cotidiano irrumpe el sobresalto: Alix, su pareja, sufre un ictus y, de repente, Oleg ve tambalearse todo a su alrededor. Alix es su amor, su compañera, su equilibrio, y la sola perspectiva de perderla se le hace insoportable. En las páginas del cómic vemos una mezcla de sueños y mundos fantásticos imaginados por Oleg, un torbellino que se calma con la recuperación de Alix y la vuelta a la normalidad, con pequeños detalles como un audífono que recuerda las secuelas del ictus. Termina la historia y la vida sigue. Y habrá más cómics. Y quién sabe si una nueva entrega de la vida familiar de Frederik Peeters cuyo dibujo, por cierto, es magnífico. Su estilo es inconfundible, pero sorprende ver su evolución si comparamos su obra actual con Píldoras azules.

Buena oportunidad para recuperar ese título mítico, y disfrutarlo de forma paralela con la lectura de Oleg, la nueva novela gráfica de Frederik Peeters, publicada en castellano por la editorial vasca Astiberri. No os la perdáis.

Iñaki Calvo

El comictario. Los grandes espacios de Catherine Meurisse

El nuevo cómic de Catherine Meurisse. Una gran noticia. Un acontecimiento. La primera mujer que dibujó para el semanario satírico francés Charlie Hebdo, la superviviente de la matanza yihadista del año 2015, porque ese día no le sonó el despertador y llegó tarde al trabajo, continúa su particular proceso de sanación después de La levedad, la impresionante novela gráfica sobre su periplo en busca de la belleza que le permitió volver a disfrutar de la vida y superar el trauma por el asesinato de doce de sus compañeros y amigos.

En esta ocasión, Meurisse retrocede a su infancia, marcada por la decisión de sus padres de irse a vivir al campo, a una granja con caserón antiguo incluido a la que dedicarán todos sus esfuerzos e ilusiones. El campo, sus aromas, los árboles, las flores, los cultivos, los animales, los grandes espacios que permiten pasear, disfrutar del ambiente, respirar aire puro, relajar el espíritu y saborear los textos literarios de grandes clásicos de la literatura francesa como Emile Zola, François Rabelais, Pierre Loti o Marcel Proust. En ese ambiente, con el padre dedicado a restaurar la casa y los terrenos y la madre volcada en la jardinería, pasa su niñez y adolescencia la niña Catherine junto a Fanny, su hermana mayor y compañera inseparable de múltiples aventuras por la granja y alrededores.

Además de la belleza natural del campo, Catherine Meurisse describe con sutil y ácida ironía el deterioro del medio rural, por la construcción de urbanizaciones, la puesta en marcha de ridículos planes innovadores o la tiranía de los cultivos impuestos por grandes multinacionales. La granja de sus padres es una isla paradisíaca en medio de las tendencias neorrurales, y en ella puede Catherine dejar volar su imaginación, entablar diálogos con la típica estatua de enanito del jardín, acostumbrarse a la belleza campestre y empezar incluso a dibujar, sentando las bases de su futuro profesional que le quedará totalmente claro a partir de una visita al Museo del Louvre.

Esas raíces de infancia, ese amor por la belleza emanada del arte, la naturaleza y la literatura le permitirá, veinte años después, salir del negro pozo de la desesperación. Un íntimo y espléndido álbum de recuerdos cuya autora nos ofrece con total generosidad y con su dibujo sencillo y expresivo, marca de la casa. Los grandes espacios de Catherine Meurisse, publicado en castellano por Impedimenta. Uno de los cómics imprescindibles del año. No os lo perdáis.

Iñaki Calvo

El comictario. La Gran Depresión según Alex W. Inker

Las uvas de la ira de John Steinbeck, en su versión literaria y también cinematográfica, es el mejor retrato que se ha hecho de la época de la Gran Depresión en los Estados Unidos de América. La angustia de millones de personas sin trabajo, sin casa y sin comida, vagando por caminos y carreteras, sigue siendo la mejor demostración de los efectos del capitalismo salvaje, la especulación y la burbuja financiera, que volvieron a golpear con fuerza, no lo olvidemos, en el año 2008. Con las heridas de esa crisis todavía sin cerrar, impresiona profundamente una novela gráfica ambientada en aquel primer tercio del siglo XX en el que el Sueño Americano se convirtió en una auténtica pesadilla. Se titula Un trabajo como cualquier otro, está basada en una obra de la escritora estadounidense Virginia Reeves y ha sido adaptada al cómic por el dibujante francés Alex W. Inker, que realiza un gran trabajo usando sólo cuatro colores: rojo, rosa, negro y gris.

La historia transcurre en el sur profundo, en Alabama, donde los granjeros intentan soportar la crisis a pesar de las malas cosechas y la constante amenaza de los bancos. Por allí aparece Roscoe T. Martin, un electricista desempleado que se enamora y casa con Mary, hija de un granjero enfermo y al borde de la ruina. Después de algunos años y con un hijo pequeño, el matrimonio está en crisis igual que la granja, pero Roscoe consigue dar la vuelta a la situación haciendo un empalme ilegal en la red eléctrica que permite llevar la energía a sus campos y recoger la cosecha. Pero la trampa en el tendido eléctrico le cuesta la vida a un hombre y Roscoe es condenado a veinte años de cárcel. Comienza así una auténtica odisea cuyo único objetivo es llegar vivo al día siguiente.

En prisión, Roscoe es apuñalado, sufre palizas y castigos y sólo consigue sobrevivir a base de fuerza de voluntad y de hacer cualquier trabajo que le ordenen. Uno de ellos, cuidar los perros que persiguen a los prisioneros fugados, le permite acortar su condena. Sin embargo, al salir de la cárcel con lesiones físicas y psicológicas, Roscoe encuentra un panorama desolador y el único apoyo de Wilson, el trabajador negro de la granja de su suegro que le ayudó con el fatal tendido eléctrico y también fue condenado. Un ambiente de dolor y tristeza envuelve esta historia que tiene final dramático, por supuesto, como corresponde a una época terrible en la que la dignidad y el orgullo de las personas quedaron enterradas por el hambre y la desesperanza.

Absolutamente recomendable este cómic, Un trabajo como cualquier otro, publicado en castellano por Ponent Mon-Catarata. No os lo perdáis.

Iñaki Calvo

El comictario. La Revolución recreada por Grouazel y Locard

Un trabajo monumental y magistral. Así se puede definir el cómic Revolución, ganador del premio al mejor álbum en el Festival de Angoulême 2020 y que nos sumerge en los orígenes y motivos de la rebelión popular ocurrida en Francia a finales del siglo XVIII y que dio un vuelco completo a la historia de la Humanidad. Dos autores, Florent Grouazel y Younn Locard, han trabajado a cuatro manos y dos cerebros para producir una crónica detallada y diferente de la Revolución Francesa. Detallada porque van paso a paso dibujando el escenario que dio lugar a aquellos hechos, y diferente porque nos ofrecen la visión del pueblo llano, el que sufría necesidades y moría de hambre frente al lujo y derroche de la nobleza y la monarquía.

Como auténticos reporteros de guerra cámara en mano, Grouazel y Locard retratan la ciudad de París, sus rincones más miserables y sus lugares más opulentos. Sentimos la angustia de la población por la mala cosecha de trigo y la amenaza del hambre, la rabia acumulada por el desastroso reinado de Luis XVI y la dura represión de sus soldados, así como el imparable advenimiento de un tiempo nuevo, fruto de las ideas ilustradas y de hechos clave como la independencia de las colonias inglesas en América. Corre el año 1789 y Francia es un país en crisis total. Agobiado por una deuda monstruosa e incapaz de buscar soluciones, el rey Luis XVI opta por convocar los Estados Generales, una institución que lleva sin reunirse desde hace casi dos siglos y que representa a los tres estamentos del Reino: el clero, la nobleza y el denominado Tercer Estado, grupo que integraban burgueses, comerciantes, artesanos, campesinos y habitantes de las ciudades, es decir, el pueblo llano o sociedad civil. En total, 1.139 representantes que se reunirán en Versalles y que, en medio de intensos debates, irán dando forma al sistema democrático que acabará con el Antiguo Régimen.

Pero mientras se discute en Versalles, en París el pueblo se levanta y, después de varios incidentes y revueltas, el 14 de julio tiene lugar la histórica toma de La Bastilla, la cárcel símbolo del absolutismo. Un momento recogido con fuerza y maestría en este cómic a base de ilustraciones que cortan el aliento. Viñeta a viñeta asistimos al avance imparable de la revolución, tanto en las calles de París como en Versalles y en la Asamblea Nacional constituyente, último reducto de la nobleza que dictará la ley marcial en octubre de 1789. Es así como termina esta enorme novela gráfica, primera de las tres entregas que comprende la serie. Un fresco monumental de la Revolución Francesa que nos hace sentir el miedo, la rabia y las ansias de libertad de aquellas gentes que cambiaron la Historia. Queda mucho por contar, aún no han llegado la guillotina y los años del Terror. Esperamos con impaciencia el segundo volumen de esta serie, Revolución, publicada en castellano por Planeta. Absolutamente imprescindible. No os la perdáis.

Iñaki Calvo