“No éramos sino tres amigos. Los dos de la confidencia, en cuyo par me contaba, y el descubridor de la espantosa fuerza que, sin embargo del secreto, preocupaba ya a la gente.
El sencillo sabio ante quien nos hallábamos, no procedía de ninguna academia y estaba asaz distante de la celebridad. Había pasado la vida concertando al azar de la pobreza pequeños inventos industriales, desde tintas baratas y molinillos de café, hasta máquinas controladoras para boletos de tranvía.
Nunca quiso patentar sus descubrimientos, muy ingeniosos algunos, vendiéndolos por poco menos que nada a comerciantes de segundo orden. Presintiéndose quizá algo de genial, que disimulaba con modestia casi fosca, tenía el más profundo desdén por aquellos pequeños triunfos. Si se le hablaba de ellos, concomíase con displicencia o sonreía con amargura”.
Entre los doce relatos que conforman Las fuerzas extrañas hay cinco ficciones científicas que son las más interesantes y recordadas del volumen. En casi todas ellas se repite el mismo esquema: un sabio investigador revela al que será el narrador un secreto o los resultados a que llegó en su búsqueda. Éstos son siempre inusitados y catastróficos, así ocurre en el citado La fuerza omega, La metamúsica o El Psychon, donde las fuerzas desencadenadas son demasiado poderosas y acaban destruyendo al sabio que las invoca.
En el libro hay también cuentos que podrían considerarse fantásticos o paranormales, tales como Un fenómeno inexplicable o El escuerzo, en los que solo es posible una explicación sobrenatural a los intrigantes hechos narrados. Y, por último, otro grupo de relatos está basado en leyendas cristianas o en la mitología griega, como por ejemplo El milagro de San Wilfrido o Los caballos de Abdera, donde se recrea el pasado con un colorido y una precisión admirables.
Aunque en la actualidad está bastante olvidado, la influencia de Leopoldo Lugones a comienzos del siglo XX fue considerable. Entonces, según Borges, escribir bien era escribir como Lugones. Y no es de extrañar porque su lenguaje es de una cultura y riqueza asombrosas, si bien puede resultar algo ampuloso para el gusto de hoy día. Pero en estos relatos que comentamos, se destila tanta sabiduría, ingenio e imaginación, que bien merecen Las fuerzas extrañas una recuperación por los lectores de nuestra época. Ahí les dejo la sugerencia.
Javier Aspiazu
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