Me acuerdo perfectamente de aquel hombre. Alojado sólo, en un hotel remoto. Paseando taciturno con aspecto de rumiar algo. Yo era un niño y estaba con mis padres en aquel lugar. Ni me acuerdo porqué. El tipo se cruzaba con nosotros y siempre saludaba correcto, siembre abstraído.
-¿Quién es ese misterioso hombre?, nos preguntábamos.
-¿Qué le habrá traído hasta aquí?
Tiene gracia. Ahora soy yo ese mismo hombre.
Roberto Moso
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