Todos los maestros tienen algo de ilusionistas: hacen que parezca sencillo lo que en absoluto lo es. Los cuentos de Gonzalo Calcedo también aparentan ser, por la forma y el contenido, historias discretas, sin finales pirotécnicos, sin ampulosidad. Sin embargo, los miedos, las pasiones, las miserias y las bondades de los personajes permanecerán en la memoria del lector con la fijeza que solo logra la gran literatura.

La editorial Tropo nos ha brindado recientemente la oportunidad de volver a disfrutar de Otras geografías y Liturgia de los ahogados, dos colecciones de relatos independientes pero hermanas, que encontraremos ahora en las librerías bajo el título de Siameses.

Otras geografías es definida por el propio Calcedo como “una república viajera confeccionada con autopistas, aeropuertos, habitaciones sin dueño y ciudades ajenas”. Por su parte, Carlos Castán afirma que puede leerse como “un inventario de abandonos en sus múltiples formas”.

Liturgia de los ahogados está conformada por ocho relatos breves, y en palabras de Juan Bonilla, autor del segundo prólogo, “apresa, a través de escenas cotidianas,  que se cargan de fuerza excepcional, unos personajes que muestran sus desasosiegos o su extrañeza, dejando en el lector el temblor de los insólito”.

Los relatos de Siameses fueron publicados en los 90 cuando, según dice el propio autor palentino, “no atisbaba el desencanto que este género ambulante termina por dejar en casi todos los que lo practican.” Por fortuna y en cualquier caso, ese desencanto no ha conseguido que la narrativa de Calcedo, considerado heredero  de la mejor cuentística española de los 50, se silencie. El autor, que ha sabido incorporar elementos de corrientes actuales, sigue fiel al género.

Txani Rodríguez