Pompas de papel

Tras su libro de relatos Antes de que huela a café y sus colaboraciones en Radio Euskadi, en Más que palabras, el navarro Juan Iribas, escritor compulsivo, como él mismo se ha definido, regresa a la publicación con su primera novela.

El cuaderno de piel vuelta (SAHATS) es un canto al oficio y la pasión de escribir, un canto a las palabras y a cómo éstas pueden servir para unir a la gente. El argumento de la novela es muy sencillo. Gonzalo, un joven con pretensiones de escritor se ve obligado a trabajar de taxista para ganarse la vida. Llega a este trabajo gracias a su padre que tras su jubilación le deja el taxi familiar. Lo que al principio puede parecer una cruz se convierte al final en una nueva forma de acercarse al mundo que tanto ansía, el de la literatura. Y todo gracias a un cuaderno de piel suelta que nuestro protagonista deja en el asiento de atrás para que los clientes, los viajeros, dejen sus impresiones sobre el viaje ó su vida en los minutos que dura la carrera. Gonzalo irá así descubriendo materiales vitales que le servirán para escribir una “obra de verdad”. También para conocer a algunas personas que van a ser claves en su vida, como Pablo el viejo catedrático que le alquilará el taxi por 500 euros al día y Natalia la joven china enamorada de El Quijote. Junto a estos personajes otros que conforman un universo cercano y acogedor como la profesora entregada de su club de lectura, sus tres personalísimos hermanos, su padre el viejo taxista y su cercana madre que prepara un arroz con pollo inconmensurable.

Juan Iribas ha escrito una novela breve repleta de encanto, que rinde homenaje a la literatura y al estilo rico y austero de Miguel Delibes (el libro está trufado de referencias al autor), que funciona como una novela de relatos (gracias a lo que el protagonista y sus clientes escriben) y que tiene algunos aciertos luminosos como el cuento del hombre que mira a la luna ó como la repetida frase, extraída de una cita del escritor Miguel Aranguren, que dice: “Con 14 años, cuando los niños soñaban con ser futbolistas, yo quería ser Miguel Delibes”.

Enrique Martín