Pompas de papel

“Vivir para contarla“… El título de las memorias inacabadas del gran Gabriel García Márquez es también el título perfecto para la obra completa de Carlos Giménez, uno de los grandes dibujantes de la historia del cómic.

En activo plenamente a sus 71 años, y tras plasmar en la extraordinaria serie 36-39 Malos Tiempos el horror de la Guerra Civil española, Carlos Giménez vuelve, en su nuevo trabajo, a los tiempos en que empezaba su carrera en la Barcelona de los años 60 del pasado siglo. Es una etapa que ya abordó en otra serie magistral, Los Profesionales, pero en esta ocasión Giménez centra el objetivo en uno de aquellos ilustradores, Pepe González, nacido en el barrio chino de la capital catalana y que llegó a convertirse en un artista de fama mundial, creador del famoso personaje Vampirella y, según Giménez, que algo sabe, “el hombre que mejor ha dibujado a las mujeres“.

Después de un arduo trabajo de documentación, recabando testimonios de compañeros de aquellos tiempos que conocieron a Pepe, Carlos Giménez vuelve a contarnos, con la maestría que le caracteriza, una historia “fieramente humana“, plagada de diálogos, gestos y situaciones que retratan a la perfección una época y, sobre todo, la vida llena de anécdotas del peculiar grupo integrado por los dibujantes que trabajaron en la legendaria agencia Selecciones Ilustradas.

Aquel estudio de Barcelona fue una auténtica luz en medio de la oscuridad de la dictadura franquista. El jefe de la agencia, Josep Toutain, abrió a sus artistas las puertas del extranjero, y uno de ellos, Pepe González, triunfó de inmediato en el mercado británico con historias dirigidas a chicas adolescentes.

Pepe era brillante, dibujaba mejor y más fácil que nadie. En este primer álbum, de los cinco que integran la serie, Carlos Giménez nos muestra la infancia de Pepe en el barrio chino, su afición a vestirse de niña, a cantar y a dibujar. Con poco más de 20 años, y tras los esfuerzos de sus compañeros de agencia por encontrarle novia, les desvela su condición homosexual, todo un acto heroico en la cutre España de los años 50. Y no ocurre nada. Aceptan a Pepe tal como es: un artista genial cuyo talento, eso sí, le hizo muchas veces perder el interés por cosas en las que había embarcado a otras personas.

Una historia maravillosa, un canto a la vida y un homenaje póstumo al gran Pepe González, que murió en Barcelona en 2009 a los 70 años de edad.

Iñaki Calvo