Pompas de papel

A veces pasan estas cosas. Recibes un libro, le echas un vistazo, te dices: “vaya, parece interesante”, y te lo guardas para leerlo más adelante. Y entonces te olvidas. Es lo que me ha ocurrido con esta magnífica novela del donostiarra Juan M Velázquez. Algo que nunca debió pasar (AA Ediciones) se publicó en octubre y ha pasado casi desapercibida. Y es una pena porque Velázquez demuestra que tras el rol de profesor de derecho internacional de la Universidad del País Vasco se esconde un notable escritor que ya comenzó a despuntar con sus anteriores libros Secundarios de lujo y Hombres sin suerte.

La historia de su nueva novelase desarrola por un lado a finales de los setenta y principios de los ochenta del pasado siglo y por otro al inicio del siglo XXI. Los protagonistas son dos ex policías nacionales que estuvieron en Euskadi en los años de plomo. Uno se llama Ramírez y otro Gutiérrez. Los dos eran jóvenes cuando llegaron a nuestro país y los dos fueron degradándose hasta asumir con normalidad las torturas y su implicación en la guerra sucia, en los GAL. Ramírez acabó marchándose de Euskadi; Gutiérrez se quedó.  Han pasado los años y Gutiérrez, convertido en promotor inmobiliario de éxito, solicita de urgencia la ayuda de su amigo: la nieta de su pareja, una niña que vive con ellos desde que murió su madre a causa de droga, ha desaparecido. Estaban participando en una fiesta al aire libre en la comunidad de adosados de lujo en la que viven. La Ertzaintza no tiene ninguna pista. Ramírez, en pleno ataque de nostalgia por revisitar los paisajes –muy cambiados- en los que se desarrolló su juventud policial, bucea en los bajos fondos, choca con gente despreciable, se encuentra con viejos y honorables compañeros, interroga a los últimos magnates de la industrialización ya muy venidos a menos y se topa con los nuevos ricos de la sociedad, el mundo empresarial y la política. Y mientras avanza su investigación, recuerda los tiempos del pasado, las tropelías cometidas, el llanto por los compañeros caídos, el salvajismo de unos tiempos asesinos a los que se respondía canallada por canallada, ignominia por ignominia, “ojo por ojo… y más”.

Juan M Velázquez ha escrito una novela desnuda, terrible, descorazonadora y salvaje. Una novela en la que retrata con crudeza y sin aspavientos, lo que algunos fueron y lo que son ahora. Una novela de “cambios de chaqueta”, de enriquecimientos por encima de las ideologías y de inmoralidad sin remordimientos. Una historia que funciona muy bien como novela negra y como crónica de una sociedad desnortada. Una novela narrada a mil por ahora, con un aire de hard-boiled estadounidense, donde la violencia desatada y unas pinceladas de sexo salvaje se apoderan de la narración por momentos. Señor Velázquez, siga usted escribiendo y deparándonos tan buenos momentos, aunque nos amargue la cena.

Enrique Martín