Pompas de papel

Zinegotzia , la nueva novela de Fermín Etxegoien, se desarrolla el 6 de junio de 2013. Ese día se celebra una consulta sobre la independencia de Euskal Herria. Por tanto, estaríamos ya ante una joven ucronía.  La trama se desarrolla en la imaginaria localidad de Goiate y ese referéndum afectará de forma extraordinaria a un carnicero que es también concejal de un partido de derechas. Zinegotzia,  una alegoría un tanto irónica, está muy vinculada a la actualidad: en las páginas de esta novela encontramos referencias a temas que están casi a diario en nuestros periódicos, como “el puerta a puerta”. También juegan un papel destacado las redes sociales y su formidable y viral capacidad no solo ya para difundir noticias sino también para crearlas.

El protagonista absoluto de esta historia, el carnicero-concejal de derechas, es Bixen, un hombre tranquilo, felizmente casado con Cristina y padre de unos gemelos adolescentes que toman parte activa de los acontecimientos que se van a desencadenar tras la consulta. Con su voto negativo, el concejal disgusta a la izquierda independentista que gobierna en esos momentos en Goiate, pero también al Estado Español que interpreta que, a pesar del no, han participado de una iniciativa ilegal. A partir de ese momento, la situación se complicará hasta desembocar, sin perder la tensión, en un final sorprendente.

Más allá del contenido político y muy actual de la novela, Etxegoien ha logrado construir unos personajes creíbles,  quizá por imperfectos y describir muy bien las relaciones del protagonista con su pareja, con sus hijos, y con su hermano Iñaki, con quien se enemistó por una herencia. Además, logra transportarnos a la cotidianidad de una carnicería, donde nos encontramos con un hombre que dice estar satisfecho con lo que tiene, y del que llegaremos a conocer su historia particular.

En Zinegotzia, que  analiza las contradicciones de nuestra sociedad, Etxegoien combina humor, crítica, pasajes serios con otros casi absurdos. El resultado es una novela que nos arranca primero una sonrisa para dejarnos, después, pensativos.

Txani Rodríguez