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La escritura organico-anatómica de Alaine Agirre

A. es una joven que va bien en los estudios, que es una buena hija, que se exige demasiado a sí misma, y que cumple. Siempre cumple. Pero un día la angustia comienza a echársele encima. Devuelve lo que come, se martiriza, no tienes ganas de levantarse de la cama, y llega a un punto en el que la ansiedad la devora y sufre un brote psicótico. La joven se preguntará por qué, cuándo se quebró su interior, qué sucedió para verse atrapada en ese estado: “Ez dakit zein momentuan apurtu zen nire kriztalezko arrainontzia. Ez dakit noiz egin zuen klisk nire munduaren inguruko kristalak, noiz klask. Barruko ura kanpoalderantz isurtzeko, eta barruan, kristal pusketen artean, itotzen den arraina izateko”. Odol mamituak es un descenso a los infiernos de la enfermedad mental pero también traza el camino de vuelta a la realidad, a la calma y, sobre todo, a las ganas de vivir.

La novela está dividida en cinco partes. La primera, Gorria, describe el descenso, el abandono, la angustia que zarandea a la protagonista. La segunda, Piskosia, transcurre durante la estancia de A. en un hospital psiquiátrico, donde comparte vivencias con otros enfermos; la tercera, Bigarren hasiera, se centra en los días posteriores al alta médica, cuando aún se trastabilla. Compra entonces numerosos libros de autoayuda que de poco le valen, se apunta a varias terapias alternativas y a punto está de caer en una secta. En la cuarta parte, Bihotza eta klitoria A. convierte al lector en cómplice de su agitada, confusa, vida sentimental y sexual. El último capítulo, Nare, más breve que los anteriores, es el del bienestar, el de la calma tras la tempestad.

Odol mamituak está estructurada en capítulos muy cortos. En el prólogo a este libro, la escritora Miren Agur Meabe señala muy elocuentemente que la escritura de Alaine Agirre es orgánica-anatómica, y lo cierto es que el cuerpo, tratado como objeto y sujeto, y muchos de sus aspectos sensitivos, agradables o no, tienen gran protagonismo en esta novela valiente, que expía un tipo de sufrimiento muy concreto.

Respecto al estilo, podemos subrayar que en algunos tramos la prosa está desnuda por completo, pero en otros, y gracias a recursos como enumeraciones, repeticiones, imágenes y metáforas que empleadas, esta escritora de Bermeo alcanza una delicada musicalidad.

Odol mamituak relata de forma descarnada cómo se puede llegar al infierno sin salir de la cama, sin dar un paso, y cómo para escapar de allí será necesario, en cambio, un ímprobo esfuerzo psíquico y físico. No ha escogido Agirre un tema cómodo en absoluto para esta novela que conforma su ópera prima en la narrativa para adultos, pero la escritora lo aborda de frente, de forma directa, y ese arrojo es siempre destacable.

Txani Rodríguez

 

Kike Martin

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