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Los raros. Philip K. Dick, el raro más raro

Durante toda una semana, el señor R. Childan había examinado ansiosamente el correo, esperando encontrar el valioso envío de los Estados de las Montañas Rocosas. Cuando abrió la tienda el viernes por la mañana y vio que en el suelo sólo había cartas pensó que iba a tener dificultades con el cliente”.

Así comienza El hombre en el castillo, de Philip K. Dick. La primera novela de éxito, ganadora del premio Hugo en 1963, entre las más de treinta que escribiera este prolífico autor norteamericano de corta y enloquecida vida. Ustedes lo recordarán probablemente como el autor de la novela corta en que se basó Blade runner, aunque hay muchas películas de ciencia ficción, desde Desafío Total hasta Minority report, que se basan en la obra de Dick, uno de los autores más adaptados por el cine en las últimas décadas.

Pero sus novelas y relatos van, a menudo, más allá de la ciencia-ficción convirtiéndose en reflexiones sobre la naturaleza problemática y subjetiva de la realidad. Ese es el tema subyacente en El hombre en el castillo: una “ucronía” en la que Dick imagina un mundo donde las potencias del eje ganaron la Segunda Guerra Mundial, y se han repartido el orbe. En los Estados Unidos, la costa oeste está en manos de los japoneses, mientras la del este es territorio nazi, y en medio hay una serie de estados “tapón” sometidos a la influencia de unos u otros.

Casi toda la acción se centra en San Francisco, donde una serie de personajes se entrecruzan tejiendo la original trama: un vendedor de antigüedades americanas, que se han convertido en preciadas piezas de coleccionismo para los ocupantes japoneses, como el señor Tagomi; un artesano que falsifica algunas de esas piezas; una profesora de judo que entabla relación con un supuesto camionero italiano, el cual es en realidad un agente nazi dispuesto a capturar al “hombre en el castillo”. Así denominan al osado escritor que vive aislado, tras imaginar un mundo alternativo en el que los aliados han ganado la guerra, siendo Inglaterra la potencia dominante en su novela. Este juego de espejos, con una tercera posibilidad acerca del devenir de la historia, hace todavía más complejo el argumento de El hombre en el castillo, cuya trama paralela alcanza el mayor interés cuando el autor pone en escena a un resistente alemán que viaja a San Francisco para prevenir a los japoneses de una operación nazi cuyo objetivo es exterminarlos y usurpar sus dominios.

Este deslumbrante ejercicio imaginativo acaba desconcertando al lector con una enigmática conclusión que insinúa la posibilidad de que haya más realidades, tantas como las que contiene el I Ching, Libro Chino de los Cambios, sistema adivinatorio utilizado desde hace 5000 años, y consultado a menudo por varios de los personajes. Dick parece sugerirnos que la realidad es tan flexible y maleable como cada uno la percibe, con tantos aspectos como las múltiples posibilidades combinatorias del Libro de los Cambios, y la leyenda cuenta que él mismo se inspiró en las predicciones del I Ching para escribir esta fascinante novela: El hombre en el castillo.

Javier Aspiazu

Kike Martin

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Tags: los raros

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