En el año 2012 el dibujante asturiano Alfonso Zapico ganó el Premio Nacional del Cómic por su obra Dublinés, y el fallo del galardón se hizo público solo dos meses después de que finalizara la última gran huelga de la minería en España, que tuvo una especial incidencia en Asturias. Ese fue el germen de la nueva obra de Zapico que acaba de ver la luz, y que confirma tanto su buen hacer como su compromiso histórico y social.
Hijo de la cuenca minera, con raíces familiares en el fondo de los pozos, Alfonso Zapico asumió un reto tan apasionante como difícil: trasladar al cómic la revolución de 1934 y la Comuna Asturiana, la última gran revolución obrera registrada en la vieja Europa. Tras más de dos años de trabajo, el resultado de ese desafío es La Balada del Norte, una maravillosa novela gráfica, publicada por la editorial vasca Astiberri, que nos sumerge en aquello
Con su habitual habilidad narrativa y rigurosa documentación, Zapico vierte en imágenes una epopeya trágica protagonizada por dos mundos irreconciliables, la burguesía explotadora y el obrero explotado. Y para el desarrollo del drama emplea un selecto ramillete de personajes: Tristán Valdivia, hijo del Marqués de Montecorvo que en las navidades de 1933 decide volver desde París a su Asturias natal. Su padre es un poderoso industrial minero, pero Tristán no tiene buena relación con él y sus amigos son activistas de izquierdas y simpatizantes de la revolución soviética. Apolonio es capataz de la mina, un hombre duro y justo cuya voz se escucha y respeta tanto dentro como fuera del pozo. Y su hija Isolina trabaja en casa del marqués y se enamora del joven Tristán.
Con ellos como soporte y con un amplio abanico de secundarios, Alfonso Zapico ilustra con mano maestra el inexorable camino hacia la revolución. Las tensiones políticas en España se reflejan con especial crudeza en Asturias, donde los mineros ven empeorar cada día sus condiciones de trabajo. Su futuro, morir enterrados en un pozo o enfermos terminales de silicosis, les convierte en candidatos ideales a levantarse contra el poder establecido. Tienen todo por ganar y prácticamente nada que perder. Y así, después de 220 páginas teñidas del color gris y negro de la mina, llegamos al final de este primer tomo de La Balada del Norte, que termina con las primeras horas de la revolución. Habrá que esperar más de un año para la segunda y última entrega, y lo haremos, pacientes y ansiosos, con el convencimiento de que estamos ante una magna obra, un ejercicio de memoria histórica con el que Alfonso Zapico demuestra hasta dónde puede llegar el cómic como arte y como instrumento narrativo. Su horizonte es de premios y reconocimientos. No os la perdáis.
Iñaki Calvo
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