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El alma femenina de Koldo Izagirre

Conocemos a nuestra heroína Lorena Gernika paseando por la playa Ondarraitz de Hendaia, relajada, vestida con unos piratas. Se trata de una mujer que ha alcanzado la senectud, y que ya en la segunda mitad vivía afrancesados romances, con ostras, perlas y tenor de por medio. Lorena Gernika a la que en el autor Koldo Izagirre se refiere en todo momento con nombre y apellido, es una mujer inquieta y con carácter que se ha matriculado en las Aulas de la Experiencia y se interesa por la Historia o por la Filosofía.

A través de los pequeños capítulos que estructuran el libro conocemos, de forma un tanto impresionista, la vida de esta mujer: “Hainbat herritan eman zuen haurtzaroa, eta deNetan ikusgarri berdinak liluratu zuen LoreA Gernika: tximiniek ke beltza jaurtitzen zuten hodeietara, gizonezkoek muki beltza jaurtitzen zuten edonora, izerdi beltza eta listu beltza eta paretari beha jartzen zirenean, gernu beltza Zumarragan, Sestaon, Pasaian, Erandion, Legazpin, Gallartan, Hernanin…” Pero Lorea Gernika se desprende del humo negro de su infancia y se casa con el hijo de un empresario hecho así mismo. La cosa no va a prosperar como evidencia esta observación marca de la casa: “L eta G letrak pijametan, hari urdinez. Mariaren Alaben estandarteetan ageri zen anagrama oritarazi zion brodatuak, onik ez”. Tras ese marido, se casará con un puntista que por “plan romántico” entiende jugar a la petanca, y después con un conservero que tras un trance epifánico con la colonia Chanel Nº5, revoluciona el sector. Lo cierto es que los hombres no salen muy bien parados en este trabajo.

Lorena Gernika, que además hereda un caserío de uno de sus primeros amores, alcanza la madurez desahogada económicamente y con pocos apegos emocionales; ni siquiera la vemos entregarse a sus hijos. Nuestra heroína no responde a los patrones clásicos. Ella va y viene y hace y deshace, y en sus trasiegos cuenta con la compañía puntual de Amaia Ezpeloi, la célebre detective creada por Itxaro Borda.

Koldo Izagirre ha querido escribir este libro huyendo de los tópicos femeninos y es notable ese empeño al que se añade además un punto de vista irónico que arroja aquí y allá reflexiones personales, interesantes, algunas muy divertidas, en las que -es inevitable- se asoma el autor. Lejos de, por ejemplo, una Ana Ozores, más libre y menos sacrificada, Lorea Gernika es una heroína moderna que no habría aguantado mucho tiempo ni al mismísimo señor Karenin. ¡Con lo bien que se está dando paseos por la playa!

Txani Rodríguez

Kike Martin

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