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Julen Belamuno, el vigilante sentimental

La nueva novela de Julen Belamuno está protagonizada por un personaje inolvidable. Se trata del vigilante nocturno de una empresa que fabrica perfiles de aluminio. No conocemos su nombre, pero sabemos heredó ese puesto de trabajo de su padre, a quien recuerda a menudo, y que nació en una casa para el vigilante y su familia que la empresa tenía dentro de sus instalaciones. Para él su trabajo es una forma de vida y lo desarrolla con enorme diligencia, metodismo y lealtad. “Goizetan, gaua zelatan pasa ondoren, ibai aldera ematen duen leihoetatik begira jarri eta mendien gainetik egunaren lehen argiaren zantzuak sumatzen hasten denean, satisfazio handia sentitzen du, bere begi eta belarri erneek lantegiaren atsedena behar bezala zaindu dutelako (…)”. Sabemos alguna cosa más de este personaje conmovedor: no tiene familia, no tiene amigos, tiene algunas rutinas -como ir a comer siempre al mismo bar-, y una afición secreta: mirar las estrellas. Él es un hombre, que solitario, en un pabellón industrial también solitario, situado frente a una gasolinera, toma sus prismáticos y observa las constelaciones.

Un día el director de su empresa, un joven que conoce desde que era un crío, le informa de que va a pasar su última noche allí. Le explica que han contratado una empresa de seguridad, le da las gracias con la típica profilaxis moderna y fin de la historia. El vigilante se dispone a pasar sus últimas horas en la fábrica con la intención de cumplir sus quehaceres con la misma responsabilidad con la que lo había hecho durante los últimos veintiocho de años de su vida. Comienza a hacer sus rondas habituales y también, claro, a recoger sus escasas pertenencias. Una chaqueta, sus prismáticos, y una carpeta en la que guarda un recorte de periódico donde sale una chica, una chica que trabajó hacía años en la gasolinera, y a quien el vigilante miraba primero con sus prismáticos y, después, vencida su timidez, comenzó a tratar un poco. Pero ya fuera una relación más o menos estrecha, para él fue importantísima. La aparición de ese recorte de periódico hará que el vigilante recuerde en su última noche las noches en las que observaba y trataba a la chica de la gasolinera. Las imágenes del pasado irán acudiendo a su cabeza hasta tal punto que conseguirá darse cuenta de algo fundamental que en su día pasó inadvertido.

La novela es hermética y compacta: un escenario, tres personajes, un par de elementos significativos. La primera parte se devora porque el personaje principal está muy bien construido, y en la segunda parte se introducen algunos elementos de la novela negra, y por tanto, aunque a veces el lector pueda adelantarse a algunos hechos o desenlaces, el interés se mantiene. Belamuno ha demostrado que sabe crear personajes, escenas y desarrollar una historia. En Gaueko zaintzailea hay intriga, hay un retrato social o al menos una forma de decir adiós a los viejos tiempos, y hay también mucha ternura.

Txani Rodríguez

Kike Martin

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