Este es un fragmento de Jane Eyre de Charlotte Brontë, novela que la mayor de las hermanas Brontë, de la que se conmemoran doscientos años de su nacimiento, publicó en 1847 bajo el seudónimo de Currer Bell y con la que obtuvo un éxito inmediato entre crítica y público. La primera impresión que deja Jane Eyre es la de encontrarnos un tipo femenino muy poco transitado hasta entonces en la literatura: una mujer que desde la niñez se muestra rebelde ante la injusticia, decidida y tenaz. Y que reivindica una mayor autonomía para su sexo con reflexiones, precursoras del feminismo, como la que encabeza este comentario.
El personaje que da título a la novela, Jane Eyre, narra en primera persona su vida, buena parte de la cual se basa en la biografía de la autora. Jane comienza siendo una niña huérfana criada en casa de su tía Reed, y maltratada por sus primos caprichosos y tiránicos. Más tarde, ante su actitud disconforme, es internada en un colegio insalubre donde la mitad de sus compañeras muere de tifus. Jane Eyre sobrevive y se convierte, todavía adolescente, en profesora del mismo colegio, pero su inquietud le lleva a ampliar horizontes y ofrecerse como institutriz. Es contratada en casa del altivo señor Rochester, con el que inicia una azarosa relación sentimental…
Brontë consigue hacer este argumento apasionante introduciendo elementos de intriga y terror, muy al gusto de la novela gótica todavía de moda, propiciados por la aparición de la perturbada esposa del señor Rochester. Y se atreve, además, a criticar el puritanismo religioso, representado por el reverendo St. John. La propia Jane Eyre tiene algo de puritana, pero no lo es hasta el punto de privarse de los pequeños placeres cotidianos o de negarse la posibilidad del amor. En este sentido, la novela destaca por la precisa expresión de los sentimientos, y la ajustada descripción de ambientes y paisajes. Sólo ciertos rasgos y algunas parrafadas del señor Rochester pueden resultar tópicos o exagerados, acusando la influencia romántica. Pero no llegan a emborronar una novela que en conjunto resulta espléndida, y cuya protagonista, de una firmeza y lucidez ejemplares, supone todo un avance en el rol literario de la mujer.
Carmen Martín Gaite realiza una pulcra traducción al castellano, para Alba Editorial, de este gran clásico de la literatura inglesa que hoy les recomendamos: Jane Eyre, de Charlotte Brontë.
Javier Aspiazu
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