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Patxi Larrion, el general Patton y la picaresca vasca

Feriatzaileak es la primera novela del escritor bergarés Patxi Larrion. El punto de partida de la historia es muy interesante: en 1969 se rodó en Iruñea y en Urbasa la película Patton. La 20th Century Fox tenía en aquella época un convenio con la Armada Española a través del cual eran los propios militares los que asesoraban a los norteamericanos durante el rodaje de las películas. En ese contexto nos encontramos al protagonista de la novela, Martín Galdeano, estudiante de periodismo (ya existía el Instituto de Periodismo) y a Luis, que creció siendo un niño mimado en una familia más o menos acomodada. Ambos, Martín y Luís, se encuentran prestando un servicio militar atípico puesto que, en gran medida, sirven en realidad a las gentes llegadas de Hollywood.

Un día conocen en una taberna a Pete Domeizain, uno de los responsables  de los efectos especiales de Patton –de aquellos potentes efectos especiales-. Pete es oriundo de Navarra, aunque se estableció en San Francisco, y por las carambolas de la vida terminó también en el mundo del cine. Martín, que ya andaba junto con Luis en picarescas con la gasolina (la compraban a un precio y la vendían después por el doble de lo que habían pagado), ve pronto claro un negocio, un negocio algo aparatoso pero, en principio, redondo. El lector tendrá que avanzar un poco en la lectura para conocer los detalles de la operación, y una vez tenga claro de qué va el asunto verá cómo se complica el plan inicial porque todo el mundo allí tiene intereses ocultos, y no son los únicos que han pergeñado alguna formas de ganar dinero fácil a cuenta de la película. En ese contexto, no cuesta imaginar que la traición está barata y que, por contraste, la amistad de convierte en un bien carísimo.

Larrion dosifica la información en Feriatzaileak para que los lectores mantengan la curiosidad, pero es que además de la historia, que como vemos es jugosa, la ambientación es ya muy sugerente: el ejército, los bares, el ajoarriero y el arroz con leche y las casas de putas se funden como el aliento a coñac y el humo de los puros. La picaresca era miel de todos los postres. Por otro lado, los personajes están bien diferenciados: Martín, inteligente, responsable; Luis, alocado, siempre a rebufo de su amigo que a menudo le dice “Utzi niri” (déjame a mi); Pete Domezain, algo más hermético aunque sociable, y toda una galería de secundarios bien perfilados. Creo que merece la pena destacar también los diálogos, siempre tan complicados, y a los que Larrion dota de chispa y pertinencia.

En resumen, no podemos sino saludar la irrupción de este nuevo autor y de esta novela en concreto, Feriatzaileak, que no se queda simplemente en un atractivo y original punto de partida sino que va un poco más allá.

Txani Rodríguez

Kike Martin

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