Hace ya 41 años, en 1976, pocos meses después de la muerte del dictador Franco, el dibujante madrileño Carlos Giménez empezó a publicar Paracuellos, una serie sobre su infancia pasada en los hogares del Auxilio Social. Aquellas páginas en blanco y negro llenas de niños flacos, tristes, sometidos a la disciplina y los castigos de aquella funesta institución franquista, no despertaron el interés de los editores españoles, más preocupados por las aventuras, el humor y las “tías buenas” según explica el propio Carlos Giménez. Sin embargo, aquel relato descarnado y veraz de la posguerra sí llamó la atención en Francia, y en el país vecino se publicaron los dos primeros álbumes de Paracuellos con éxito de público y, sobre todo, de crítica. Fue así como Carlos Giménez pudo continuar una serie que nació con la incertidumbre de no saber hasta cuándo podría durar. Esta urgencia de tiempo hizo que el autor optara por plasmar en los primeros álbumes la parte más dolorosa y cruel de su infancia en el Hogar del Auxilio Social de Paracuellos de Jarama: los malos tratos, el hambre, la sed, el fanatismo religioso, un resumen de lo peor de una dictadura que tras ganar la
En 2003 Carlos Giménez dio por cerrada la serie con la publicación del sexto álbum pero ahora, catorce años después, ha decidido continuarla porque todavía tiene mucho que contar. La séptima entrega de Paracuellos, titulada Hombres del mañana, es una nueva demostración de la capacidad que tiene Giménez para retratar esa etapa negra de la historia de España. Dice el autor que ahora quiere centrarse en los sentimientos de los niños, cómo se relacionaban entre ellos, qué pensaban de su familia y del mundo extraño que les rodeaba. Una crónica que, por supuesto, incluye castigos, dolor y hambre pero que, efectivamente, da un paso adelante en el aspecto psicológico del relato. El protagonista de la serie sigue siendo Pablito, que es el propio Carlos Giménez de niño, luchando cada día por encontrar un poco de luz entre tanta oscuridad y aferrado a su pasión por los tebeos, aquellos cuadernillos apaisados que terminaban siempre con el clásico “continuará” y que eran el único aliciente en un mundo sin esperanza. La séptima entrega de Paracuellos es un nuevo y espléndido ejercicio de Memoria Histórica, un concepto que Carlos Giménez empezó a acuñar hace 41 años, cuando nadie hablaba de estas cosas. Recomendable no, imprescindible. No os lo perdáis.
Iñaki Calvo
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